Podemos consolarnos con que, efectivamente, este año se han incrementado los desplazamientos y tiene cierta lógica estadística afirmar que cuanto más tráfico, más riesgo.
Pero, ni siquiera la proporción estadística, que tampoco es buena, puede consolarnos. Primero, porque han muerto 225 personas en la carretera, que sepamos a día de hoy.
Que sepamos porque siempre hay que acotar esta cifra: son las víctimas mortales a las 24 horas en vías interurbanas. Es decir, que en España ha muerto más gente en siniestros de tráfico este verano, pero aún es pronto para saber cuántas porque la contabilidad de la Guardia Civil de carretera es muy rápida, pero la de los municipios es más lenta (especialmente la de los pequeños) y aún no tenemos la cifra total, la consolidada.
Como siempre, comparamos este dato que ofrece con rapidez la Guardia Civil con el de otros años, nos hemos encontrado a la vuelta de vacaciones con 225 víctimas mortales, 10 más que en 2019, que es el año de referencia que ha elegido la DGT para comparar porque era el año prepandemia. Y 36 más que en 2021, el verano pasado, en el que ya existía legalmente movilidad completa y que fue el verano con más baja siniestralidad desde que se contabilizan los datos.
Las cifras de este verano son un toque de atención a que no podemos bajar la presión. Y también nos ofrece ciertas moralejas.
La primera, el cinturón: ¡el 22% de los conductores y ocupantes fallecidos no lo llevaba puesto! No es un dato peor que otros años, pero invita a la reflexión: ¿cómo es posible que siga habiendo personas que no se pongan el cinturón en un vehículo? Es fácil, es gratis, no es molesto y reduce en algunos casos (el vuelco, por ejemplo) hasta un 80% las posibilidades de que las lesiones sean mortales. Es increíble que en el ratio esfuerzo/seguridad sigan existiendo personas que no se pongan el cinturón.
La segunda, que las motos están haciendo los deberes. Son el colectivo que ha reducido la siniestralidad: seis menos que en 2019, aunque diez más que el verano pasado. Motos más seguras con los modernos ARAS y usuarios mejor equipados y más concienciados.
Y, la tercera, los peatones. No estamos hablando de ciudades y, en algunos casos, hablamos además de profesionales de la carretera (personal de mantenimiento, agentes de la Guardia Civil, conductores de grúas…). Pero 19 fallecidos, ocho en autopista y once en carretera convencional, es un dato espantoso ligado, sobre todo, a la visibilidad: 15 de los peatones fallecidos fueron atropellados por la noche o en el crepúsculo.
El mensaje es claro: chalecos, luces, triángulos, brazaletes, reflectantes, linternas… Es un gran problema de visibilidad. Nuestros ojos nos engañan y cuando caminamos por la carretera pensamos que se nos ve porque nosotros, caminando y con los ojos acostumbrados, vemos razonablemente… Pero somos invisibles para el tráfico. La visibilidad es el cinturón de los peatones.