Después de estar largas temporadas sin llevar a cabo un desplazamiento a larga distancia, algunos elementos del vehículo pueden verse muy perjudicados. Este es el caso de los neumáticos; que podrían comenzar a mostrar signos de deformación, aún en el caso de haber arrancado el vehículo para evitar un reposo absoluto del mismo.

Por otra parte, si no se ha llegado a mover el vehículo, el caucho de los neumáticos puede haberse aplanado en gran medida. Así, de la misma manera, esto supondría la pérdida de la presión de estos elementos, y podría aumentar la gravedad de otros desperfectos, como, por ejemplo, el agrietamiento derivado de la edad de las gomas.

Estas condiciones, en el mejor de los casos, podrían provocar unas pequeñas vibraciones al conducir, al menos, hasta que hayan recuperado su forma. Sin embargo, en el peor, pueden significar un reventón del neumático, o un desgaste acelerado.

Así, se produce una situación comparable a la vivida durante las vacaciones de verano, que obliga a una revisión del vehículo antes de poder salir a la vía. Además, si bien debe examinarse el estado de las cubiertas y bandas de todos los transportes que hayan pasado largas estancias parados, estas medidas de seguridad deben ser mucho más rigurosas en aquellos vehículos aparcados fuera de garajes.