Esta es la principal la conclusión de un informe que ha hecho público la Dirección General de Tráfico (DGT), que cifra en 1.013 las personas que el año pasado perdieron la vida en las carreteras convencionales, lo que representa el 55 % del total de fallecidos en accidentes de tráfico (1.830) y el 77 % de las que murieron en vías interurbanas.
Con información del Registro Nacional de Víctimas de Accidentes de Tráfico, el estudio concluye que el riesgo de fallecimiento en accidente de tráfico es 3,6 veces superior en las convencionales que en las autopistas y autovías.
Preocupa especialmente el aumento del índice de letalidad en esas carreteras secundarias, que ha crecido un 13 por ciento entre 2013 y 2017, porcentaje que se eleva al 30 % en las colisiones frontales y a 35 % en las salidas de vía.
Un 56 % de los fallecidos en esas vías eran ocupantes de turismos, un 19 % motoristas, un 6 % viajaban en furgonetas, un 5 % eran peatones y otro porcentaje igual ciclistas.
El informe destaca que el 47 por ciento de los conductores implicados había consumido alcohol y/o drogas.
Con todos los datos recabados, el informe traza algunos perfiles característicos de la siniestralidad en las secundarias.
Así, señala que en las salidas de vía (con 367 fallecidos) influye la velocidad inadecuada, el consumo de alcohol y/o drogas ilegales, la distracción, el cansancio y el sueño. Un número importante de estos accidentes tiene lugar en recta.
Respecto a las colisiones frontales (285 muertos), están relacionadas con la invasión del carril de sentido contrario y, en menor medida, con un adelantamiento incorrecto. De nuevo se encuentra influencia de los cuatro factores mencionados anteriormente.
Mientras, las colisiones frontolaterales (149 fallecidos) se producen fundamentalmente en intersecciones.
Sobre los atropellos (54 muertos), más de la mitad ocurren de noche. El comportamiento del peatón, la distracción y el consumo de alcohol y/o drogas ilegales son los principales factores de influencia.