Durante su visita a la Escuela de Tráfico de Mérida, el ministro Fernández Díaz ha recordado que esta decisión responde a que "el 77 por ciento de la siniestralidad vial y mortalidad se produce en las carreteras secundarias". En este sentido, ha indicado que el objetivo "máximo y prioritario" de los límites de velocidad es garantizar la seguridad vial, siempre dentro del equilibrio entre seguridad y movilidad.
Por ello, el Ministerio ha adoptado la decisión de reducir la velocidad máxima en las carreteras secundarias bajando, con carácter general, a un máximo de 90 kilómetros por hora la velocidad máxima.
Además, en aquellos tramos donde la calzada tenga una anchura inferior o igual a 6,5 metros, ese límite de velocidad será aún inferior llegando a 60 kilómetros, ha precisado.
Respecto a las autopistas, ha afirmado que se está estudiando la posibilidad de incrementar el máximo de 120 a 130 kilómetros por hora pero que, en todo caso, esta medida "estará pendiente de una posible monitorización", puesto que no puede ser uniforme, y no se implementaría hasta introducir esa monitorización mediante paneles.
La adopción o no de este límite máximo, ha matizado, debe tener en cuenta variables como la situación del asfalto, densidad del tráfico o condiciones climatológicas; de manera que ese límite pueda variar en función de esos condicionantes.
También en materia de seguridad vial, Fernández Díaz se ha referido al uso de las bicicletas en las vías urbanas e interurbanas y, bajo ese principio, ha recordado que "las aceras, con carácter general, son para los peatones y no para los ciclistas". Además, el Ministerio de Interior está estudiando que el uso del casco para los ciclistas sea obligatorio en las vías urbanas, de la misma manera que es obligatorio en las vías interurbanas.