Existen determinados ARN circulares presentes en nosotros que pueden adherirse al ADN de nuestras células y provocar mutaciones en el ADN que dan lugar al cáncer, como así ha señalado un nuevo estudio dirigido por la Universidad Flinders para la revista Cancer Cell.

Este hallazgo denominado ER3D (daño endógeno del ADN dirigido por el ARN) abre un campo de investigación médica y de biología molecular totalmente nuevo, pues durante mucho tiempo se ha considerado que los factores ambientales y genéticos eran los que más contribuían al cáncer.

Es el primer ejemplo de una molécula genética presente en muchos de nosotros que tiene la capacidad de mutar nuestro propio ADN y provocar cáncer desde dentro. Esto abre la puerta a utilizar estas moléculas como nuevas dianas terapéuticas y marcadores de la enfermedad en una fase muy temprana cuando la probabilidad de curar los cánceres es mucho mayor.

Mediante el análisis y la comparación de sangre neonatal o tarjetas de Guthrie de bebés que acabaron desarrollando leucemia aguda de pequeños con niños sin ningún trastorno sanguíneo, se descubrió que un ARN circular específico estaba presente en niveles mucho más altos al nacer, antes de la aparición de los síntomas de la leucemia.

Los resultados sugieren que la abundancia de moléculas de ARN circular en las células de ciertos individuos es un factor determinante para que desarrollen estos genes u oncogenes específicos causantes de cáncer y otros no.

La unión entre los ARN circulares y el ADN en muchos lugares distintos de las células, provoca una serie de cambios que culminan en la rotura del ADN, que la célula debe reparar para sobrevivir. Esta reparación no siempre es perfecta y puede dar lugar a mutaciones pequeñas o devastadoras.

Dos regiones distintas del ADN pueden pegarse durante el proceso de reparación como los ARN circulares también pueden alterar la ubicación física del ADN roto dentro del núcleo celular.

Como afirma la autora principal, Vanessa Conn, varios ARN circulares parecen actuar en asociación provocando roturas en múltiples lugares del ADN, lo que se denomina translocación cromosómica y lo que supone un grave problema para la célula, puesto que da lugar a fusiones de genes que pueden convertir a la célula normal en cancerosa.

Las fusiones de genes que surgen de la acción de estos ARN circulares se encuentran en conocidos puntos calientes de mutación en la leucemia del cáncer de sangre, y tienen en Australia la mayor incidencia del mundo, con unos 35.000 australianos afectados.

Los médicos de todo el mundo llevan años utilizando estas fusiones genéticas por orientar las opciones de tratamiento, pero, sin embargo, hasta ahora se desconocía cómo surgieron estas mutaciones a pesar de que se habían encontrado en más de 100 funciones conocidas en pacientes.

Los investigadores, dicen, ahora tienen pruebas de que ER3D no se limita a la leucemia, sino a otros cánceres y enfermedades humanas.