La historia comienza cuando Alberto Llorens acude a visitar a su viejo amigo el detective Tony Roures. Se ha enamorado de Blessing, una joven nigeriana prostituta víctima de la trata de mujeres a la que él mismo conoció en un burdel y que finalmente muere asesinada. Al intentar ayudarla Alberto comienza a recibir chantajes. Roures iniciará una peligrosa investigación que sacará a la luz una trama criminal de una inusitada crueldad.

Marta Robles describe en 'La chica que no supiste amar' este problema de gran impacto social como es la esclavitud sexual de mujeres, la mayoría inmigrantes, atrapadas en redes mafiosas de nuestro país y lo hace con un texto de gran calidad y unos personajes dotados de una ambigüedad moral irresistible.

En esta novela negra la autora nos adentra en la trata y la banalización de la prostitución. En España hay tres burdeles por cada hospital público y solo el año pasado, Interior "censó" 14.000 mujeres dedicadas a la prostitución, aunque es muy probable que el número real triplique esa cifra. Y según la policía el 80% de ellas son víctimas de trata. Mujeres jóvenes, a veces niñas, obligadas a ejercer la prostitución y en su mayoría vendidas por sus propias familias.

A través de las historias de Blessing y Charity conocemos la violencia y las humillaciones que sufren estas esclavas que viven a escasos metros de nosotros.

"No se puede tener peor suerte que la de nacer mujer en Nigeria, acabar de puta en España y pillarse un cáncer de mama. ¿La mataron por ser mercancía defectuosa?" Carlota a Roures.

Robles también nos adentra en el vudú y la temible ruta del infierno que tienen que soportar estas personas para llegar a nuestro país. La autora nos describe algunos de los rituales con los que las redes de trata de mujeres utilizan la magia para convertir en esclavas a las jóvenes que casi siempre compran a sus familias.

Una vez captadas, las muchachas se enfrentan a la 'ruta del infierno'. El camino por el continente africano con destino a Europa. En viejos autobuses se apiñan junto a hombres más jóvenes que han pagado una fortuna por el viaje en busca de una vida mejor y que probablemente acaben ahogados en el mar. Les acompaña un guide man que les indica lo que deben hacer a cada paso: dormir, caminar, esconderse... pasan frío, calor, hambre, sed. Cuando llegan a Argelia se enfrentan a los contrabandistas que les piden dinero, las chicas son violadas en grupo sin piedad. Algunas se quedan por el camino, en manos de matuteros hasta que mueren, las abandonen o las asesinen.

Si finalmente tienen suerte, llegan a Melilla y acabarán en un CETI (Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes) antes de ser trasladas a la península con una nueva identidad.

Otro de los puntos claves de esta novela son sus escenarios, muy reconocibles para los lectores como el barrio de Malasaña en Madrid donde Tony Roures tiene su oficina y se pueden leer referencias a los garitos de siempre como la Vía Láctea, El Penta o el Siroco. Por otro lado, la autora se traslada a un pequeño paraíso situado en nuestra costa ya que gran parte de la novela se desarrolla entre Benicàssim y Castellón. No obstante la cara B de este paraíso costero español son los puticlubs que delimitan las carreteras de esta provincia donde trabajan Blessing y Charity y que Alberto Llorens ha visitado.

Aunque 'La chica a la que no supiste amar' es una historia de ficción con una trama que nos atrapa, al mismo tiempo es un reflejo y una disección precisa de nuestra sociedad y su cara más sucia y más cruel. Entre las múltiples caras del mal Roures se enfrentará a dos criminales sin escrúpulos El Mula un proxeneta brutal y Mazinger, su hombre de confianza.

Sin embargo el mal tiene muchas caras, 'gente de bien', profesionales sin cuyo asesoramiento los clubs de alterne lo tendrían mucho más difícil. Y también los puteros que van desde altos ejecutivos 'estresados' hasta jóvenes que en manada acuden a humillar a las prostitutas. Creen que el dinero les da carta blanca para poder abusar de mujeres explotadas e indefensas.