Los bosques no escapan a la amenaza del cambio climático. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) advierte de que los ecosistemas mediterráneos se encuentran entre los más vulnerables del mundo y sufrirán impactos muy severos si no se reduce drásticamente la emisión de gases de efecto invernadero.

El calentamiento global se suma a la ya compleja situación de incertidumbre de la superficie forestal española, caracterizada por el aumento de la densidad y combustibilidad de los montes, como resultado del abandono del medio rural y de los aprovechamientos agroforestales.

Las regiones más vulnerables serán el norte de España y las zonas de alta montaña, ya que se verán expuestas a un régimen de incendios más adverso que el actual y presentan una menor adaptación al fuego.

El aumento de las temperaturas, el descenso de las precipitaciones y los frecuentes episodios extremos someterán a los bosques españoles a mucha presión. Este debilitamiento por estrés hídrico o térmico, junto a una mayor incidencia de plagas y enfermedades, pondrá a muchos de nuestros bosques ante una progresiva sustitución por otras especies mejor adaptadas a la aridez.

En el peor de los casos, extensas zonas peninsulares, hoy cubiertas por bosque, podrán ver desaparecer a algunas de sus especies principales, e incluso la totalidad de la masa arbolada.