Durante todo el mundial de fútbol, los habitantes del poblado Sudafricano de Jericó han podido ver los partidos gracias a una instalación de energía solar fotovoltaica realizada por Greenpeace. También pudieron disfrutar del buen juego de España en la final.

Ver a España campeona del mundo de fútbol parece un sueño, que parecía inalcanzable hace bien poco. Pero menos conocido es que, estos mismos días, España ha alcanzado otro sueño que parecía utópico: ser campeones del mundo en energía solar. Concretamente, la puesta en marcha de la undécima planta termosolar en España, la segunda que se instala en la localidad extremeña de Alvarado, ha elevado a 432 MW la potencia instalada en nuestro país de esta tecnología que concentra los rayos solares para generar electricidad. De este modo, España supera a Estados Unidos, que lideró durante décadas esta tecnología pionera.

En los próximos años España puede consolidar su liderazgo, pues hay otras 20 plantas en construcción avanzada y hasta 60 con puesta en marcha prevista en los próximos cuatro años, hasta alcanzar 2500 MW (por comparación, una sola central nuclear de 1000 MW se tarda en construir por lo menos el doble de tiempo).

Las nubes aparecen en el horizonte a medio plazo, ya que el Gobierno ha limitado el crecimiento de esta tecnología para 2020 a no más de 5.079 MW, cuando la industria española, que está construyendo plantas en países tan diversos como Estados Unidos, Marruecos o Argelia, estaría dispuesta a poner en marcha al menos el doble en nuestro país. Esperemos que, del mismo modo que el juego sucio del rival no pudo impedir que el campeón del mundo haya sido el que disponía de la mejor técnica de juego, España pueda seguir liderando al mundo gracias a las mejores tecnologías renovables sin que su crecimiento sea frenado por obstrucciones o mentiras orquestadas por los viejos oligopolios de la electricidad fósil o radiactiva. Dependerá de la imparcialidad del árbitro, o sea del Gobierno.