Tras cuatro años de trabajos de campo y laboratorio, las conclusiones del proyecto Cenit Demeter, que aglutina a 26 bodegueros y 31 grupos de investigación españoles, está a punto de responder a cómo afectará el calentamiento global a las variedades tempranillo, verdejo y albariño.

Para observar el previsible escenario al que se enfrentaría el viñedo en las próximas décadas -hasta 3 grados más de temperatura y un 50% menos de agua, en el peor de los casos-, el empresario Miguel Torres, impulsor del proyecto, ofreció uno de sus viñedos del Penedés como laboratorio.

Tras ver un documental, Torres, empezó a ser consciente de que "se está produciendo un cambio en las condiciones climáticas más acelerado del que ha habido en el planeta en otras épocas", y de que eso iba a afectar a las viñas, "muy sensibles a los cambios de temperatura".

La sensibilidad de Torres fue compartida por otras 25 bodegas españolas, que con el apoyo del Ministerio de Ciencia (de donde salió la mitad de los 26 millones de euros de inversión necesaria), inician un proyecto que les permitirá generar conocimientos para posicionar el sector vitivinícola frente al cambio climático.A la espera del análisis científico de los resultados -se están haciendo, entre otros, estudios genéticos y de posibilidades de enfermedades ante esas condiciones-, la observación de las cepas habla por sí sola.

Las que reciben menos agua tienen prácticamente la mitad de la envergadura que las que reciben el doble. Por su parte, las que están sometidas a 3 grados más maduran unas dos semanas antes que las que están a condiciones climáticas normales; y dan uvas con características muy diferentes.

De la contemplación de las plantas también se deduce que las más afectadas por los efectos del calentamiento parecen las cepas de albariño, y las más resistentes las de tempranillo.

No obstante, para obtener conclusiones definitivas habrá que esperar a comienzos de 2012, "cuando habrá datos sobre la mesa que darán a las bodegas todas las respuestas para seguir haciendo vinos de máxima calidad", explica Mireia Torres, directora de I+D y de varias bodegas de la empresa familiar.

España, con el viñedo más extenso del mundo en superficie, "es el primer país vinícola que asume el desafío de combatir el cambio climático a través de sus bodegas y será en pionero en la lucha y adaptación", añade su padre, Miguel Torres.

Su empresa, con 10 millones de inversión presupuestados para hacer sus bodegas más sostenibles y el compromiso de reducir sus emisiones de CO2 en un 30% en 2020 respecto a los niveles de 2008, son buen ejemplo de ello y le han valido este año el premio "Empresa verde del año", que entrega la revista británica Drink Business.

Para lograrlo, además, de coches eléctricos, placas fotovoltaicas e inversión eólica en sus instalaciones, desarrollan una línea de investigación para neutralizar las emisiones del proceso de fermentación mediante un novedoso proceso de captación de CO2 por algas.

En resumen, se trata de que el CO2 resultante de ese procedimiento pase a un conducto donde las algas lo absorberían, aunque la iniciativa aún está en pruebas.Y todo ello, insiste Miguel Torres, "porque a finales de siglo el clima puede ser muy diferente, y hay que combatir esta evolución tan negativa, para dejar un mundo mejor a nuestros hijos y nietos"