La Fundación MarViva afirma que la observación de estos animales genera cerca de 25.000 empleos, mediante diversos tours que se realizan, principalmente, en el Parque Nacional Marino Ballena, en el Pacífico sur del país.

El coordinador de Pesquerías sostenibles de Marviva, Erick Ross, indicó en un comunicado que cada año unas 100.000 personas participan en tours de avistamiento de ballenas en Costa Rica, lo que demuestra que mantener vivos a estos gigantes marinos contribuye más a la economía de un país que cazarlos.

"Nos parece inaudito e injusto que estos animales sean aniquilados por balleneros japoneses", añadió Ross, quien además es representante de la Coalición Costarricense por las Ballenas.

Esta Coalición, integrada por diversas organizaciones como Fundación Keto, Humane Society International, The Leatherback Trust, Sociedad Mundial para la Protección Animal (WSPA), Preserve Planet y Greenpeace, defiende el derecho a que las ballenas que nacen, se reproducen o visitan Costa Rica no sean asesinadas por otros países cuando migran para buscar alimento.

La caza comercial de ballenas está prohibida desde 1986 por La Comisión Ballenera Internacional (CBI). Sin embargo, países como Costa Rica han denunciado que Japón continúa cazando ballenas con supuestos fines "científicos" en lugares en los cuales se prohíbe esa actividad, como el Santuario del Océano Austral.

Para fortalecer la lucha contra la cacería de ballenas en Japón y otros sitios, la próxima semana se estrenará en San José la película Una Gran Esperanza ("Big Miracle"), cuyos fondos financiarán actividades para la conservación de estos cetáceos y acciones de incidencia durante la próxima sesión de la (CBI), prevista en Panamá en junio próximo.

La película cuenta la historia real de un periodista y una voluntaria de Greenpeace que lograron unir a EE.UU. y Rusia para salvar a una familia de majestuosas ballenas grises atrapadas en el hielo del Círculo Polar Ártico en la década de los ochenta.