La acción del hombre tiene consecuencias peligrosas para nuestro Planeta como el calentamiento global. A largo plazo, este fenómeno tiene muchos efectos negativos, también en nuestro país, donde se ha demostrado que puede afectar a la estabilidad de las costas, que están altamente pobladas en España.

Así lo ha comunicado el catedrático Miquel Canals, líder del Grupo de Investigación Consolidado de Geociencias Marinas de la Universidad de Barcelona (UB), que también ha asegurado que esto es uno de los puntos clave de la investigación marina. 

Las consecuencias directas del calentamiento global, como el deshielo, la expansión térmica de las aguas y el aumento del nivel del mar, traerán consigo un incremento de los temporales marítimos que provocarán la erosión de las playas que, en la actualidad, ya pierden entre 60 y 90 centímetros anuales.

Solo en Barcelona, la temperatura media de la comunidad ha aumentado cerca de dos grados desde 1900 y 1,5 grados desde 1950, coincidiendo en este último periodo con un incremento exponencial de la población en todo el mundo, según ha revelado el Tercer Informe sobre cambio climático y que Canals ha calificado como "la madre de todos los problemas".

Desde los años setenta, los mares y océanos han absorbido hasta el 90% del calor adicional producido por los humanos y un tercio del dióxido de carbono emitido, puesto que es un gran regulador.

De esta forma, se producen grandes cantidades de CO2 en el agua que provocan su acidificación y deterioran y enferman el hábitat de los ecosistemas marinos.

El experto marino ha asegurado que el Mediterráneo occidental es la región marina del mundo con más cantidad de dióxido carbono de origen antropogénico acumulado en las zonas profundas.

Canals ha pedido una mayor concienciación social y menores dosis de consumismo para frenar estos efectos adversos en nuestro país y en el mundo y ha apelado por el respeto al entorno marino español que cuenta con el 5% de la diversidad biológica marina mundial, aproximadamente unas 200.000 especies, de las que solo el 8,6% están protegidas.