El rinoceronte blanco del norte es una especie tan afectada por la caza futiva que le ha llevado prácticamente a la extinción.

Para intentar salvar a esta especie, los científicos han apostado por el uso de células madre germinales, tal y como ha explicado en Praga Jan Stejskal, portavoz del parque zoológico de Dvur Kralove, donde hace unos meses murió uno de los últimos animales de esta especie.

"Tenemos material genético de doce individuos ya muertos, por lo que no estamos limitados a la extracción de óvulos de las hembras Fatu y Nájin", las dos últimas que quedan con vida, afirmaba el experto.

Estas dos técnicas, de desarrollo de células madre y extracción de óvulos, son las únicas que quedan para salvar al rinoceronte blanco del norte, según las conclusiones a las que han llegado los científicos en un encuentro celebrado en Viena.

La reunión concluyó con "reales esperanzas" de éxito, al explicar que se llegó al acuerdo de usar células madre pluripotenciales a partir de tejidos de ejemplares ya fallecidos.

"Estás células madre pueden obtenerse de las células somáticas, por ejemplo de la piel, y luego en el futuro sería posible madurar estas células y crear neuronas, células del músculo cardíaco e incluso gametos", explicaba Stejskal.

"Si todo sale según el plan, esos gametos desarrollados por ingeniería celular serán fecundados 'in vitro' e implantados en madres subsidiarias y así se producirán rinocerontes blancos del norte fértiles", concluía el experto.

El otro camino existente para salvar a esta especie es la fecundación in vitro de óvulos naturales de las hembras existentes. A pesar de ser un camino más corto, la extracción de óvulos en rinocerontes "no está aún muy desarrollada", por lo que las pruebas todavía se realizan en rinocerontes blancos del Sur, una especie hermana.

En la actualidad, solo existen tres ejemplares de esta especie, tras la muerte de Nola, una hembra de 41 años en el zoo de San Diego, Estados Unidos, y de Nabiré, una hembra de 32 años en el zoo de Dvur Králové.

Las dos hembras vivas, Fatu y Nájin, de 15 y 26 años, se encuentran en la reserva keniana de Ol Peleta, en compañía de Sudán, su padre de 40 años.

"Ovulan bien, pero no pueden ser utilizadas en los experimentos, ya que son las únicas hembras que quedan. Tampoco podemos implantarles el embrión, porque una tiene una patología en el útero y la otra una enfermedad en las patas", lo que obliga a emplear a hembras de la especie hermana, conluyó el experto.