Alrededor de cien mil hectáreas con y sin árboles se incendian cada año en España; esta cifra se corresponde con un total de doscientos mil campos de fútbol, y su fuerza y el riesgo que suponen ha incrementado durante los últimos años.

Así lo afirma la gerente de la Confederación de Organizaciones de Selvicultores de España, Patricia Gómez. El fuego provoca grandes pérdidas ambientales y patrimoniales en el país español.

Un buen ejemplo es el caso del incendio abulense, donde cerca de ochocientas o mil hectáreas formaban parte de la propiedad pública; esto supone un alto porcentaje en comparación con las dos terceras partes de superficie forestal española que son de propiedad privada.

En este sentido, Gómez explica que de los casi 28 millones de hectáreas que hay en España, tres millones de ellas se encuentran abandonadas, lo que incrementa el riesgo de incendios a causa de las plagas y la pérdida de biodiversidad y masa forestal.

Por su parte, el ecosistema afectado por los incendios tarda de dos a cinco años en recuperarse, lo que es poco tiempo; sin embargo, la extinción del fuego tiene un coste de 4.100 euros por cada hectárea que haya ardido.

Por otro lado, algunos bosques no llegan a recuperarse, o el tiempo de recuperación abarcaría cerca de los cien años, como es el caso de los bosques que se encuentran por encima de los mil metros de altura en Asturias, Galicia o Cantabria.

Además, el coste contra los incendios forestales para las administraciones regionales suele ser de 9,5 millones de euros al año. Todo esto se suma al coste de la restauración de las zonas afectadas, que sería de tres mil euros por hectárea el primer año, y luego, trescientos euros por hectárea durante diez años.

Por su parte, la biodiversidad se ve fuertemente afectada por cada incidente ambiental, a pesar de que hay ciertas plantas que son pirófitas y presentan mecanismos de respuesta como el rebrote ante los incendios.

El problema existe, por tanto, cuando los incendios surgen como consecuencia del hombre, rompiendo así la dinámica natural del ecosistema adaptado a los incendios. En este sentido, el 55% de los incendios españoles son intencionados.

Finalmente, el aumento de construcciones en entornos naturales también ha supuesto un elemento más a añadir dentro del riesgo que corren las zonas forestales durante la última década.