El estudio lo ha llevado a cabo un equipo internacional de investigadores procedentes del Real Instituto de Investigación Marina de Holanda (NIOZ) y la Universidad de Groningen en los Países Bajos, la Universidad de Deakin (Australia), el Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia, la Universidad de Gdansk (Polonia) y de la Universidad de Moscú.

El problema de este ave pájaro, conocido como correlimos gordo, playero ártico o playero rojizo, es que al nacer con el pico más corto no consigue alcanzar el marisco adecuado para su desarrollo adulto.

A través de imágenes obtenidas por satélite, los investigadores pudieron seguir la pista de esta especie de ave, cuyo nombre científico es Calidris canutus, una de las aves migratorias más conocidas y la que cría más al norte del planeta.

Así, han podido llegar a la conclusión que las consecuencias del acortamiento del pico no se aprecian hasta la juventud del pájaro, pues es al llegar en su migración al oeste de África cuando el ave padece las consecuencias de la malformación.

Durante 33 años, los científicos han observado que la nieve se deshiela cada vez más temprano en las tierras donde se reproduce el ave, a un ritmo de medio día antes por cada año que pasa.

Así, han podido investigar que la nieve se deshizo dos semanas antes de lo que sucedía tres décadas antes, un ritmo tan acelerado que ha alterado la vida del correlimos gordo. El detonante que pone en peligro la supervivencia del pájaro es que al menguar respecto de las dimensiones originales de la especie, el pico también se va haciendo, en proporción, cada vez más pequeño.

La necesidad de un pico largo viene porque el alimento en el que el ave basa su dieta es un mejillón que vive entre las rocas, y los ejemplares de mayor calidad y más nutritivos son los que están escondidos en las profundidades de las rocas más angostas.

Así, el pájaro debe conformarse con comer los peores mejillones y depende cada vez más de los insectos como alimento alternativo, pero los ciclos en los que estos aparecen no siempre coinciden con sus necesidades alimenticias durante su estancia en África.

A partir de ahí, el corremolinos entra en una espiral: como es más pequeño, no alcanza la comida y como no alcanza la comida, no crece lo suficiente y la malnutrición le debilita.

Pero, al igual que con el corremolinos rojo, los investigadores alertan de que otras especies migratorias que sufren las consecuencias del deshielo del Ártico, que en ocasiones se manifiestan a miles de kilómetros de distancia.