Su origen se vincula a los Árboles de la Libertad, y es la primera de las fiestas en la que se muestra preocupación por la conservación del medioambiente y por la educación ambiental, tal y como se ha reconocido a nivel internacional.

La tradición lleva realizándose desde 1805, y tiene su inicio cuando el cura de Villanueva de la Sierra, Ramón Vacas Rollo, acompañado de los maestros del pueblo y de los niños, decidió plantar árboles en la fiesta del martes de carnaval para conmemorar la libertad tras la destrucción de los montes adyacentes por las batallas entre las tropas locales y las de Napoleón.

200 años después, la localidad cacereña mantiene dicha fiesta, incluso se le ha declarado 'Bien de Interés Cultural' (BIC).

El evento ha sido galardonado con numerosos reconocimientos, como por ejemplo, el de la Diputación de Barcelona, que condecoró al municipio como pionero en celebrar este festejo, y el premio de la Asociación para la Defensa de la Naturaleza y los Recursos de Extremadura, en 2006.