Un grave problema que se encuentra en plena actualidad. De hecho no tenemos que irnos muy lejos, pues, hace tan sólo unos días, el río Ebro recordó a los aragones el poder destructivo que puede llegar a tener la naturaleza.

La clave de esta innovadora fórmula reside en el estudio pormenorizado de las laderas que conducen los ríos. El estudio, publicado en la revista científica Chaos por la profesora de Matemáticas Rodica Curtu y el estudiante de posgrado Morgan Fonley, describe cómo cuando un sistema se mantiene en equilibrio se observa una tendencia natural a aumentar unos parámetros, flujo, estancamiento, pero a amortiguar otros. 

Sólo hay que calcular esas oscilaciones naturales y cruzarlas con la pluviosidad de la zona. Lo que ocurre es que se puede observar que si las laderas del cauce del río reciben el impacto de abundantes precipitaciones con cierta frecuencia la tierra deja de absorber parte del agua y aumenta el caudal que se vierte en otro río donde desemboque éste. Entonces, con picos bastante importantes en la cantidad de agua que debe transportar, lo que se produce es el temido desbordamiento.

Se trata de estudiar la morfología de las laderas como la unidad más pequeña de la cuenca, con una representación digital de parámetros, como el tipo de suelo, la profundidad, el uso de la tierra o la topografía, la pendiente, la altitud, en resumen, "descomponer el paisaje en tramos de ladera, una escala espacial de la respuesta hidrológica", explica el experto en hidrología del Centro de Inundaciones de Iowa, Witold Krajewski, que ha colaborado con Curtu en su investigación.

Los autores señalan que mediante el uso de parámetros físicos para describir de forma realista las laderas, encontramos un patrón de precipitaciones que produce el mayor, más amplificado, coeficiente de escorrentía, que determina la forma y lo rápido el agua alcanzará el enlace con otro río donde el estudiado vierte sus aguas.

"Nuestro trabajo proporciona una explicación teórica sobre cómo un patrón concreto de precipitaciones puede traducirse en una inundación repentina y cómo las lluvias influyen en última instancia en las ‘paredes’ del río", explica la autora del estudio Rodica Curtu.