Una investigación llevada a cabo por científicos de la NASA ha demostrado que la selva amazónica y el Sáhara están conectados ya que cada año, cerca de 22.000 toneladas de polvo del desierto se trasladan hasta el Amazonas.

La selva amazónica pierde cada año una gran cantidad de fertilizantes por las intensas lluvias que se producen. El polvo sahariano es rico en fósforo y ayuda a revitalizar los suelos amazónicos agotados. Es por ello, que todo el ecosistema del Amazonas depende del polvo que cada año recibe del Sáhara.

Este hallazgo, publicado en la Geophysical Research Letters, ayuda a entender los efectos del polvo sobre el clima local y global.

Hongbin Yu, el principal autor del estudio, aseguró que el polvo es un componente esencial del sistema de la Tierra. "El polvo afecta al clima y, al mismo tiempo, el cambio climático afectará al polvo".

Para realizar la investigación Yu y el resto de científicos, analizaron los datos recogidos por el el satélite de la NASA CALIPSO (Cloud-Aerosol Lidar and Infrared Pathfinder Satellite Observation) entre los años 2007 y 2013. Se trata de un plazo de tiempo demasiado corto para sacar conclusiones a largo plazo, pero sin embargo es un gran paso para estudiar el comportamiento del polvo y otras partículas transportadas por el viento sobre el océano.

El año 2007 se caracterizó por ser el año en que más polvo se transportó, mientras que 2011 fue el año más bajo con un 86% menos de polvo sahariano respecto a 2007. Los científicos creen que esta variación se debe al aumento de las lluvias en el Amazonas que podrían significar más vegetación y por lo tanto menos suelo expuesto a la erosión eólica en el Sahel. Otras de las opciones que barajan los expertos es que las precipitaciones podrían barrer el polvo tanto del Sahel como del Sáhara.