Los loros son uno de los pocos animales considerados aprendices vocales, es decir, que pueden imitar sonidos. Un equipo internacional de científicos liderado por investigadores de la Universidad de Duke, en Durham, Carolina del Norte, Estados Unidos, han tratado de averiguar por qué algunas especies de aves son mejores imitadoras que otras. Sin embargo, además de las diferencias en los tamaños algunas regiones del cerebro, no se habían detectado otras explicaciones potenciales.

Con este estudio se han descubierto diferencias estructurales clave en el cerebro de los loros que pueden explicar la capacidad de estas aves de imitar sonidos y el habla humana. Estas estructuras no habían sido reconocidas en los estudios publicados los últimos 34 años y podrían aportar información sobre los mecanismos neuronales del habla humana.

"Este hallazgo abre una gran vía de investigación para tratar de entender cómo los loros están procesando la información necesaria para copiar nuevos sonidos y cuáles son los mecanismos que subyacen a la imitación del habla humana", señala Mukta Chakraborty, investigadora en el laboratorio de Erich Jarvis, profesor asociado de Neurobiología en Duke y científico del Instituto Médico Howard Hughes, Estados Unidos.

Mediante el examen de los patrones de expresión de genes, el nuevo estudio encontró que el cerebro de los loros está estructurado de diferente manera que el de pájaros cantores y colibrís, que también muestran aprendizaje vocal. Los loros cuentan con centros definidos en el cerebro que controlan el aprendizaje vocal llamados "núcleos" y, además, tienen lo que los científicos llaman "conchas" o anillos exteriores, que también están involucrados en el aprendizaje vocal.

A parte de hablar, los científicos apuntan a que también podrían ser capaces de bailar con música, ya que la mayor parte de las regiones del cerebro de aprendizaje vocal de las aves están metidas en áreas que controlan el movimiento. Estas áreas de loros también muestran algunos patrones especiales de la expresión genética, lo que podría explicar por qué algunos loros son capaces también de aprender a bailar con la música.