Los tiburones son “depredadores tope”, están por encima de muchas especies en la cadena alimenticia y se alimentan de animales viejos o enfermos que ayudan a mejorar su genética. Si los tiburones desaparecen, se modificaría la cadena alimenticia, de ahí que haya que evitar su caza, según ha afirmado el ecólogo marino Pelayo Salinas.

Hace unas semanas, durante una misión científica en la que participaba Pelayo en el Pacífico se intercepto un barco chino con más de 6.000 ejemplares, la mayoría de ellos tiburones martillo y tiburones sedosos, pescados ilegalmente en sus bodegas.

El ecólogo ha insistido en que es necesario fijar y proteger con la ley los corredores biológicos y las áreas donde se alimentan y se reproducen.

A pesar de lo que se piensa, los tiburones muerden para reconocer el entorno. Por eso, sus ataques se producen en zonas en las que hay residuos orgánicos o se celebran actividades deportivas como el surf, necesitan saber qué sucede a su alrededor.

Más del 90% de las grandes especies de depredadores marinos ya han desaparecido, por eso es necesario impulsar un modelo de convivencia sostenible. En las islas Galápagos, donde está concentrado el mayor número de tiburones del planeta, cuentan con una zona protegida de 40.000 km2.