Solo el 10% de los fondos destinados a ayudar a las comunidades más pobres a adaptarse al cambio climático y adoptar fuentes de energía limpias llega a su destino, según destaca una investigación del Instituto Internacional para el Medio Ambiente y el Desarrollo (IIED), con sede en Londres

Esto se debe, sobre todo, a que los fondos internacionales están optando por colaborar con bancos de desarrollo y grandes agencias internacionales con capacidad de gastar rápidamente millones de euros en lugar de invertir en proyectos pequeños o iniciativas de los Gobiernos de los países implicados.

Entre los problemas que se encuentran está la incapacidad a la hora de diseñar y evaluar estos proyectos  a nivel local y para cumplimentar los complejos formularios para acceder a este dinero. También, en el Acuerdo de París no se ha especificado nada sobre inversión local, por lo que los expertos reclaman la compresión de "cómo llevar el dinero adonde importa", según palabras de Clare Shakya, una de las autoras del informe.

Los países ricos, además, no ha cumplido con sus compromisos y solo han aportado el 11% de los fondos comprometidos. Para 2020, se prevé donar o movilizar 100.000 millones para que los países pobres se adapten a la transición de energías limpias, el agravamiento de las sequias, el aumento de las inundaciones y la crecida del nivel del mar por causas del cambio climático.

Uno de los países más afectados es Etiopia, que necesita unos 7.500 millones de dólares al año para hacer una transición a las energías limpias. Sin embargo, hasta ahora solo recibe entre 100 y 200 millones. 

Para frenar esta situación, el país está ahorrando dinero con la incorporación de los proyectos de energía limpia a los proyectos estatales en lugar de impulsar cada iniciativa como un proyecto independiente basado solo en financiación internacional.

Otros países como Mali o Senegal, están utilizando de forma adecuada los fondos internacionales, donde la IIED y la Near East Foundation han impulsado la creación de seis fondos de 700.000 dólares cada uno para ayudar a las comunidades locales a mejorar su capacidad ante la variabilidad climática y las catástrofes. 

En Senegal, por ejemplo, cuya subsistencia depende de las salinas, han utilizado el dinero para plantar árboles compatibles con la sal para proteger el estuario donde trabajan. 

"Necesitamos concentrar la discusión en conseguir que (el dinero) llegue a los lugares correctos", ha apuntado Archie Young, negociador jefe sobre cambio climático de Reino Unido.