“Estoy en Tinder y me gusta cuando me dan like, pero me he cuestionado muchas veces si uno lo hace más por validación… Puede ser divertido, pero no sé si es real”, explica Catalina. La joven de 25 años descargó la aplicación de ligar por primera vez en 2016. Siete años y una relación gracias a Tinder después, cuestiona el tipo de vínculos que genera la app.

No es la única. El 40 % de los españoles han utilizado alguna vez una aplicación de citas y 2 de cada 10 conocieron a su pareja actual a través de este tipo de plataformas, según una encuesta realizada por Kaspersky. La pandemia terminó de asentar su uso entre la población, dejando atrás ciertos tabúes sobre encontrar el amor (o pasar el rato) con personas que conoces a través de la web.

Ahora, es la ‘nueva normalidad’, la forma en la que una parte importante de la población, sobre todo la más joven, liga en su día a día. Según datos de Statista, un 36 % de los usuarios españoles afirmó utilizar Tinder de forma diaria y un 15% admitió ingresar varias veces al día. “El propio funcionamiento de este tipo de aplicaciones nos hace estar pendientes de ellas, generando un comportamiento compulsivo”, explica Raúl Marcos, psicólogo experto en sexualidad digital.

¿Existe el algoritmo del amor?

Las aplicaciones de citas más populares basan su funcionamiento en el Big Data. A través de la acumulación de información sobre el comportamiento de cada usuario, las apps te muestran perfiles que, asumen, son compatibles al tuyo, ya sea por intereses, distancia o apariencia física, entre otros factores. Cada like que das sirve como una pista para buscar perfiles similares que puedan interesarte.

En el caso de Tinder, que ya acumula más de 1,6 millones de usuarios en el país, el algoritmo conecta a personas que concuerdan en intereses físicos, ideológicos o que tengan hobbies y pasiones afines. El deslizar a la derecha es sinónimo de un me gusta y, a la izquierda, de todo lo contrario. Si ambos usuarios se atraen, logran el ansiado match que permite iniciar una conversación.

Según el algoritmo de Tinder, los usuarios que tengan la cuenta activa y usen la aplicación de una forma constante son prioritarios, ya que el uso continuado permite acumular más información sobre ellos para mostrarles matches más compatibles. Además, se consideran las fotografías para emparejar personas con imágenes similares, como fotos en la playa, andando en bicicleta o pintando un cuadro.

Expertos afirman que Tinder también mide tu popularidad dentro de la app. Según la cantidad de likes, visualizaciones y tiempo en tu perfil, la aplicación te asigna una puntuación, que te posiciona en una escala de atractivo para el usuario promedio. Los usuarios que te aparecen al abrir la app tienen puntuaciones similares a la tuya.

Pero, ¿son intereses en común o un nivel de atractivo similar suficiente para asegurar un flechazo? “El amor depende de tantas cosas que creo que las apps te pueden ayudar a encontrarlo, pero no te lo puede garantizar”, afirma Catalina, que agrega que es una especie de ruleta rusa, ya que una conversación agradable a través del chat no asegura una buena primera cita.

Según la psicóloga Paloma Salamanca Iniesta, las aplicaciones de citas ofrecen mecanismos de recompensa rápida para el cerebro que se traducen en una necesidad de consumo rápido en las mismas. Esto lleva a “conocer gente cada poco tiempo de manera intensa, pero superficial, siendo relaciones que duran muy poco tiempo, ya que no tienen mecanismos para perdurar (conocimiento lento, natural, espontáneo y sincero)”, agrega la especialista.

El futuro de ligar

“Estamos perdiendo la espontaneidad a la hora de relacionarnos”, sentencia Raúl Marcos. El proceso de ligar se ha simplificado y la abundancia de contactos puede llevar a no decidirnos por ningún match. Similar a los efectos de comprar en línea, el uso de las aplicaciones de citas genera la misma sensación de descubrimiento: no sabes que esperar del match, pero te aventuras a descubrirlo. La anticipación genera la compulsividad que engancha a los usuarios.

Poniendo la mira en las siguientes décadas, no debería sorprendernos que el escenario de las aplicaciones de citas cambie a medida que avanzan las tecnologías, como la inteligencia artificial y el metaverso. “Es muy posible pensar que en un tiempo tendremos citas en espacios virtuales en los que cada uno estará en su zona de confort, en su casa”, adelanta Marcos. El límite entre el espacio analógico y lo digital se difuminará cada vez más, un desafío que no solo estará en este tipo de apps, sino en todas las redes sociales y el mundo digital.