Antes de que aparezca la segunda rayita en el test sobre el que acabas de orinar, tu móvil ya sabe el resultado: estás encinta. Lo sabe porque todas las búsquedas que has hecho en internet durante las últimas horas lo corroboran.
Por eso los anuncios de viajes baratos se han transformado en ofertas de cunas y de artículos sobre los 10 nombres de niño más de moda. Y así continuarán durante los nueve meses sucesivos. Sobre todo, después de descargarte esa aplicación que te recomendaron tus amigas. Esa que compara el tamaño de tu feto con el de una fruta, de acuerdo con la evolución del embarazo.
Según un estudio realizado en Corea del Sur en 2016 reveló que el 55 % de las madres primerizas había usado, al menos, una aplicación para hacer seguimiento y aprender durante su periodo de concepción. La media es incluso mayor: tres aplicaciones durante el embarazo. Pero el principal problema de este tipo de plataformas es la escasa fiabilidad médica de algunas de ellas.
En 2021, una investigación de la Icahn School of Medicine at Mount Sinai destacó que el 60 % de las aplicaciones de embarazo más populares no disponían de información comprensible para cada etapa del proceso, y solo un 28 % de ellas referenciaba artículos de literatura sanitaria.
La escritora y experta en tecnología y desinformación, Nina Jankowicz aseguró recientemente en Wired que las aplicaciones de embarazo “se parecen más a la desinformación política que a un recurso médico confiable para los futuros padres”.
Después de haber activado una VPN (Red de Internet Privada) y de hacer todas sus búsquedas relativas al embarazo en el modo de incógnito para evitar un bombardeo publicitario, Jankowicz tuvo que ceder finalmente. Si quería hacer uso de las aplicaciones prenatales no le quedaba más remedio que registrarse con sus datos personales.
Aunque su bebé todavía tenía el tamaño de un guisante, en cuestión de semanas comenzaron a aparecer en su bandeja de correo promociones de guarderías, de bancos de sangre de embriones, u ofertas de mamelucos orgánicos para niños.
Desde el comienzo de la pandemia, las visitas prenatales al ginecólogo se han reducido. Ahora tan solo se hacen tres ecografías en los nueve meses del proceso, y eso no es suficiente para calmar la ansiedad de las madres primerizas, que buscan responder sus dudas en aplicaciones de embarazo y se contentan con ver la evolución de las simulaciones 3D de sus bebés.
“Hay un poco de desinformación, porque no todos los embarazos son iguales”, dice la joven madre navarra Laura Redrado en una entrevista con Levanta la Cabeza sobre las aplicaciones de esta índole. Lo sabe por partida doble, pues atravesó un aborto antes de concebir a su primer hijo el pasado año.
En el primer intento, Redrado comenzó a “manchar” y se obsesionó por buscar información para clarificar si se trataba de un aborto (1 de cada 4 embarazos lo son) o una consecuencia normal de la gestación. Para ello, recurrió al foro de una de las apps, donde recibió disparidad de respuestas que le “crearon falsas esperanzas” antes de confirmar la pérdida del feto.
El siguiente paso fue borrarse de ellas. “La sensación que tuve a la hora de quitarme las aplicaciones, y al tener que cancelar todo, me pareció un poco duro”, relata. En su embarazo definitivo esperó hasta la semana 14 para descargárselas de nuevo, y no quiso continuar con ella tras el parto para no añadirse más presión.
“Somos un medio para un fin: un hogar para un bebé en crecimiento, una cuenta bancaria cariñosa, ansiosa y llena de alegría para ser publicitada y manipulada”, concluye Jankowicz.
La experta en desinformación exige a los gobiernos atajar la “publicidad depredadora” de las aplicaciones de gestación, y a los Institutos de Salud Nacional más compromiso con las mujeres embarazadas. En esta misma línea, alaba la iniciativa del Sistema de Salud Británico (NHS), que tiene disponible en su página web una guía de embarazo desglosada por semanas. Y esta sí está supervisada por médicos expertos.