Las cámaras de reconocimiento facial utilizadas por la policía metropolitana de Londres en varios despliegues llevados a cabo en el barrio de Romford en agosto de 2016 y julio de 2018 han provocado una auténtica polvareda social. Recientemente se ha celebrado un juicio contra un hombre acusado de desórdenes por negarse a ser identificado por estas cámaras. Durante las pasadas navidades el experimento continuó en zonas con gran afluencia de turistas como Soho, Picadilly Circus y Leicester Square con el objetivo de disminuir la delincuencia.

Vayamos al principio del todo el lío. Scotland Yard gastó 200.000 libras en montar seis dispositivos que utilizan un software de reconocimiento facial automático que compara imágenes en vivo con caras de personas de una lista de seguimiento policial. Si hay coincidencias, salta una alerta y la policía decide si le detiene o no. Lo que no tuvieron tan claro es qué pasaría si algún viandante se daba cuenta de que estaba siendo escaneado –la policía tenía la cámara en el interior de una camioneta– y se tapa la cara. En principio se dijo que cualquier persona que se negase a ser escaneada no se convertiría automáticamente en sospechoso, pero lo cierto es que ha habido varias denuncias por el trato recibido de parte de los agentes si te cubrías el rostro al pasar por donde estaban el sistema de reconocimiento.

Big Brother Watch (BBW) ha relatado que, por ejemplo, un hombre que iba por Romford vio unos carteles en la calle que advertían de que había cámaras automáticas de reconocimiento facial y que en ese momento se cubrió el rostro. "Simplemente levantó la parte superior de su jersey sobre la parte inferior de su cara, agachó la cabeza y pasó caminando", dijo la directora de BBW Silkie Carlo. "No había nada sospechoso en él, tenía el derecho de evitar las cámaras", explicó. Agentes de Scotland Yard le siguieron, le sacaron de la acera por donde caminaba y le pidieron que se identificase. "El chico les dijo que se largarán, que tenía sus derechos, y los policías le acusaron de desacato". Scotland Yard dijo que el despliegue de dos días de cámaras en Romford sería el último de los 10 intentos de la controvertida tecnología.

Activistas del grupo de derechos humanos Liberty aseguraron al diario británico Independent que tenían el testimonio de un trabajador que fue detenido porque "se parecía a alguien" en una lista de vigilancia, pero que había sido identificado erróneamente. Mientras las organizaciones críticas han acusado a la policía metropolitana de despilfarrar dinero público y de ocultar los escaneos, fuentes de las fuerzas de seguridad explicaron que en los despliegues se informó a los viandantes a través de carteles de que se estaba utilizando la técnica de reconocimiento facial.

Tras el despliegue navideño –las cámaras estaban colocadas en farolas y en furgonetas–, partidarios de defender la privacidad de los ciudadanos recordaron que el 98 % de las coincidencias faciales realizadas por esta tecnología resultaron ser un error.

En España también hay sistemas de videovigilancia en grandes ciudades pero no con cámaras de reconocimiento facial. El ayuntamiento de Las Rozas (Madrid) es el primero que ha propuesto, el pasado mes de noviembre, invertir más de un millón de euros en 61 cámaras de última generación que tendrán reconocimiento facial y que podrán detectar caídas de personas, robos y abandono de paquetes sospechosos.