En diciembre de 2011, Suecia creó la cuenta de Twitter @sweden como parte de un proyecto social llamado ‘Curadores de Suecia’ (Curators of Sweden). Cada semana, el país otorgaba el control de la cuenta a un ciudadano sueco, quien tenía total libertad para escribir el contenido que quisiese. ¿Cómo salió aquello?

Curadores de Suecia: dando voz a la ciudadanía

El proyecto ‘Curadores de Suecia’, que también puede traducirse como ‘Comisarios de Suecia’ —el curator es la persona que selecciona contenido en un periódico o una galería de arte— fue un proyecto lanzado por el Instituto Sueco y la también oficial VisitSweden. ¿Los objetivos? Muy variados.

Por un lado, Suecia quería demostrar al mundo y a sí misma que “Suecia es un país abierto y democrático”, en palabras del Instituto Sueco. Además, buscaban con su alianza turística “aumentar el interés por Suecia en todo el mundo” al enseñar la enorme diversidad y diferentes puntos de vista de los suecos.

Darle la cuenta cada semana a una persona diferente, con sus particularidades, circunstancias personales o creencias, fue una forma bastante inteligente y llamativa de mostrar la heterogeneidad sueca. Una que despertó claramente la curiosidad y el interés del resto del mundo por el país escandinavo.

El proyecto, que ha sido premiado en hasta 30 ocasiones —un Gran Premio internacional, dos Leones de Plata en Cannes Lions, oro en los Premios Clio, premios suecos Guldägg y Silverägg, etc— está reconocido internacionalmente como la primera gran curación en rotación (#RotationCuration).

Del primer al último tuit de @sweden

“¡Escuchen, amigos! Soy @kwasbeb, un tipo sueco normal, ¡y me haré cargo de esta maldita cuenta durante una semana! Espera mal sexo y payasadas”

Con este mensaje del 10 de diciembre de 2011, uno tanto ridículo, disparatado y obviamente gamberro, Jack Werner, el primer sueco en hacerse cargo de la cuenta, presentaba el proyecto a la comunidad. Al ser el primer tuit de la cuenta, se ha sobreanalizado, aunque desde el Instituto Sueco prefiere destacar uno de los valores democráticos por excelencia: la libertad de expresión, principio del proyecto y uno de los valores fundamentales del país que se perseguía resaltar.

Siete años más tarde, el tuitero Mattias Axelsson se despedía con un “Así que esto es todo” y un “adiós” (Hej då en sueco). En un bonito e intersante giro, acompañaba su publicación en Twitter con un vídeo en que tanto él como Jack se despedían de la comunidad tuitera y daban las gracias por el proyecto. Es poco probable que, sin @sweden, ambos se hubiesen conocido.

Entre medias de ambas publicaciones hubo risas, nuevas amistades, varias bodas, un número ingente de discusiones (la mayoría en forma de broma o travesura), algunas subidas de tono, varios comportamientos objetivamente reprochables bajo cualquier punto de vista, algunos bloqueos muy sonados y un esperanzador aprendizaje común.

¿Qué se aprendió del proyecto @sweden?

El proyecto ha tenido en total 365 curadores de contenido que escribieron unos 200.000 tuits durante siete años. Son números lo suficientemente elevados como para extraer algunas conclusiones sólidas como, por ejemplo, que no hay dos suecos iguales. Como en todos los países, cada persona es un mundo.

Una de las principales conclusiones de aquel experimento es que cada uno tiene su opinión e idiosincrasia, y en foros semipúblicos como redes sociales esta puede generar fricciones. Como dicen desde la cuenta oficial, “se han dibujado 365 imágenes de Suecia”, y esto se ha manifestado en debates muy interesantes.

En estos años la prensa ha recogido bastantes disputas y polémicas con lo publicado en la cuenta. Lo que para algunos es completamente normal comunicar públicamente, para otros resulta inapropiado. Es algo que ya se esperaba: la diversidad trata sobre discrepancias.

Fueron muy sonados algunos bloqueos de la cuenta @sweden a otras cuentas, que fueron revertidos tan pronto como los organizadores los detectaron, o las tomaduras de pelo de algunos ciudadanos hacia sus vecinos o el resto del mundo. Es cierto que se lo pusieron en bandeja a los troles.

Pero más allá del ruido, también es cierto que el grueso de los miles de tuits publicados fueron positivos, tuvieron una muy buena acogida y generaron un impacto positivo sobre la percepción de los suecos. En este sentido, el proyecto fue un éxito, como han resaltado en muchas ocasiones.

Como suele ser frecuente en internet, la página web oficial hace tiempo que está desaparecida, aunque una copia de la misma sigue disponible en Wayback Machine para su consulta. No queremos imaginar que hubiese ocurrido en España. ¿O quizá nos hubiera sorprendido para bien?