El uso de las redes sociales para mostrar nuestras vidas es muy frecuente. Llegamos a la playa o la montaña, nos hacemos un selfie y lo publicamos. Al otro lado del cable, el delincuente recibe el mensaje y lo lee de otra forma: “No estoy en casa, y no voy a estarlo durante un tiempo”. ¿Eres consciente de toda la información que compartes en internet, y lo vulnerable que te hace?
Decía Marc Goodman en su libro ‘Los delitos del futuro’ (2015) que “cuantos más datos generas y guardas, más fácil se lo pones a las mafias”. Si además los compartes, el riesgo aumenta de forma exponencial. Vivimos en una sociedad basada en datos que compartimos con quizá demasiada alegría. Especialmente cuando nos lo pasamos bien y queremos que todo el mundo se entere.
Por eso muchas de las publicaciones de nuestro Instagram, TikTok, Facebook o Twitter muestran personas durante sus vacaciones y, con amplia mayoría, fuera de sus respectivas casas. Hace mucho tiempo que se sabe que los cacos se documentan por redes sociales y que incluso aumentan su actividad durante la época estival según el Portal Estadístico de Criminalidad.
No es de extrañar que los robos aumenten en vacaciones. Los ladrones llevan décadas si no siglos espiando los hábitos de los inquilinos, y es fácil detectar cuándo nos hemos ido: se acumula el correo, no hay luz en casa y, el colofón, les decimos a los ladrones que estamos a cientos de kilómetros en una playa con hashtag como #AquíSufriendo o “salchichas o piernas”.
¿Se puede localizar tu vivienda por tus perfiles sociales?
Merece la pena plantearse si es posible localizar nuestra casa por las redes sociales. Para empezar, muchas redes sociales o metadatos embebidos en la imagen indican el lugar donde se capturó cierta imagen. Solo con ellas es bastante fácil saber de qué municipio es alguien, especialmente si lo indica en su perfil o lo dice en algún mensaje de texto público (altamente frecuente).
Además de estos deslices, también es posible descubrir quiénes viven con nosotros por las fotografías que se comparten o los mensajes en que contamos nuestra vida públicamente. Por si fuera poco, a menudo se comparte información extraordinariamente precisa de la ubicación de la vivienda:
- pantallazos de Endomondo, Google Fit o Strava que muestran rutas con nuestra vivienda como origen o destino;
- imágenes desde nuestra casa del horizonte, en el que se muestran elementos arquitectónicos característicos con los que ubicar la vivienda;
- fotografías desde la casa a la calle, cuyo ángulo y distancia a la calle las relacionan inequívocamente con una ventana determinada.
Anunciar las vacaciones por adelantado es probablemente la peor estrategia posible
Incluso si quien busque en redes sociales no sabe dónde vivimos, puede que alguien del mundo offline sí lo haga, y que ese alguien use datos online para saber cuándo nos vamos a ir. Aunque resulte chocante, hay quien anuncia cuándo se va a ir de vacaciones, y hasta con quién y a dónde.
Las redes sociales son públicas, y es imprescindible aprender a usarlas. El candado puede ser una alternativa de privacidad, pero será mejor solo compartir información privada con un pequeño núcleo de personas o, mejor, con ninguna en absoluto.
Comunicar por adelantado dónde vamos a estar en el futuro es probablemente la peor estrategia posible porque amplía la ventana de preparación del robo. Da más oportunidades a quien pretenda robar porque le da más tiempo para planificar el golpe. No se lo pongamos fácil a los ladrones.
Por exactamente el mismo motivo, tampoco conviene informar de cuándo regresamos a la vivienda. Ese tipo de información puede jugar en nuestra contra y facilitar la entrada en la vivienda. Cuantos menos datos vulnerables compartamos en redes sociales, menos vulnerables seremos.
'Posturerar' en diferido es una buena praxis
Si aún así sentimos la necesidad de contar a nuestros amigos y familiares dónde hemos estado, una práctica menos insegura es la de ‘posturear’ en diferido. Es decir, publicar el mismo contenido pero no en tiempo real sino unas semanas o meses después de la vuelta.
Es la versión digital y conectada de enseñar las diapositivas en un proyector una vez que ya habías vuelto de las vacaciones. Y sí, es complicado de llevar a cabo en un mundo en que la inmediatez es la prioridad. Pero también es menos insegura. Hacer un uso responsable de la tecnología es importante.
Por último, también es muy importante comunicar a las personas que tenemos cerca que no compartan información que nos vulnere a nosotros. De poco sirve tomar precauciones si alguien te etiqueta en la playa cuando no estás en casa. Pedir que no nos etiqueten o que no suban información nuestra no cuesta nada, pero aporta tranquilidad.