Ya existen máquinas inteligentes capaces de ‘pensar’ e incluso de ‘crear’. Hay inteligencias artificiales que diseñan otras IA que jamás se nos hubiesen ocurrido a las personas. Pero, si las máquinas empiezan a reemplazarnos en las tareas que exigen razonar y tomar decisiones, ¿dejaremos de pensar?

Sócrates pensaba que los libros nos harían “abandonar el esfuerzo de la propia reflexión”, cuando lo cierto es que nos catapultaron a una reflexión distinta, quizá incluso superior. ¿A dónde nos llevará la tecnología inteligente? ¿Nos volveremos tontos a medida que las máquinas se vuelven listas?

En enero de 2020, Gartner publicó un informe que estimaba que el 69 % del trabajo de los gerentes sería realizado por máquinas hacia 2024. ¿Futurista? No tanto, lo cierto es que las máquinas ya han sustituido buena parte del trabajo ‘intelectual’, tendencia que no tiene visos de invertirse.

El Foro Económico Mundial confirmó con su ‘Future of Jobs Report 2018’ que el 29 % de las horas de trabajo ya eran realizadas por máquinas, no por personas. En la edición The Future of Jobs 2020, apenas dos años después, la organización matizaba con la siguiente gráfica que ningún sector está a salvo.

Trabajos humanos, trabajos de máquinas.
Trabajos humanos, trabajos de máquinas. | World Economic Forum

En la gráfica se ve claramente cómo algunas tareas ya son de dominio de las máquinas, y cómo ninguna ha retrocedido. Cada vez es más frecuente que las máquinas tomen decisiones duras como a quién despedir o a quién contratar. O máquinas que diseñan otras máquinas.

Hace unos años varios investigadores de Google Brain escribieron AutoML, un sistema capaz de automatizar y diseñar modelos de aprendizaje automático. AutoML se comporta como una suerte de ‘IA madre’ capaz de dar a luz a ‘IA hijas’ como NASNet, una inteligencia artificial programada por una máquina y capaz de reconocer objetos como gente, automóviles o semáforos.

¿Estamos dejando de pensar? Spoiler: no

Llevamos varias décadas usando máquinas que resuelven problemas por nosotros. ¿Significa eso que hemos dejado de pensar, al menos en parte? Lo cierto es que no. Según un reciente estudio, no hay retroceso cognitivo tras el uso de tecnología inteligente y tampoco se han encontrado pruebas de que la tecnología dañe la cognición. Sí hay un ‘desplazamiento’ de la cognición.

Seguimos pensando igual de bien, pero es posible que no pensemos de la misma forma, ni desde luego sobre los mismos temas. Al igual que hace varios milenios era importante memorizar qué ave trinaba o qué color debía tener el cultivo antes de ser recolectado, ahora es importante entender a clasificar información o saber detectar bulos.

Lo que no queda del todo claro es qué ocurrirá si las máquinas se ocupan de todas las tareas cognitivas actuales. ¿Daremos con nuevas tareas ‘más elevadas’? Durante las últimas décadas la humanidad se ha librado de buena parte del trabajo, y de hecho cada vez trabajamos menos y dedicamos más tiempo al ocio. Quizá esto tenga consecuencias a largo plazo.

En el mundo preindustrial las actividades que ahora consideramos ‘inteligentes’ apenas tenían relevancia, pero cuando las máquinas empezaron a sustituir la fuerza física y el trabajo manual fue cuando ganaron valor. La sociedad estuvo presionada para estudiar y ‘elegir’ a parejas inteligentes.

Sumado a la mejora en las condiciones de vida, el efecto Flynn nos hizo cada década más inteligentes. Pero, si las tareas cognitivas dejan de ser necesarias porque las realizan las inteligencias artificiales, ¿podríamos abandonarlas en pos de otros valores? ¿Por ejemplo, estudiar, hacer deporte, dedicarse a las manualidades o, simplemente, vegetar delante del televisor?

Cuando se habla de ‘atontamiento’ y automatización es obligatorio pasar por la película ‘Idiocracia’ (2006), que muestra un futuro en el cual varios siglos de holgazanería han convertido a la sociedad humana en un rebaño de personas bobas incapaces de funcionar con autonomía. De momento, sabemos que avanzamos en dirección contraria a ese ‘gran atontamiento’.