La compañía, que controla alrededor del 90% del mercado de búsquedas, posee datos suficientes de sus usuarios como para localizar con enorme precisión a las personas a las que las formaciones políticas quieren trasladar sus mensajes, bien porque consideran que los suyos les son más afines, bien porque traten de cambiar su opinión.
La compañía ha explicado que, a partir de ahora, permitirá la segmentación de las campañas políticas por edad, género y localización (hasta el nivel de código postal) pero no consentirá que se orienten a las personas en función de sus supuestas inclinaciones políticas, detectadas a través de las búsquedas que realiza o de los sitios de información que frecuenta, por ejemplo.
Google comenzará a implementar esta medida en el Reino Unido, que celebra elecciones el próximo 12 de diciembre. Después, la extenderá al resto de la Unión Europea hasta finales de año y, según sus previsiones, funcionará en todo el mundo a partir del 6 de enero de 2020.
La decisión de Google sigue a la de Twitter, que hace unas semanas anunció que prohibirá totalmente las campañas políticas en su plataforma, y deja sola a Facebook: Mark Zuckerberg se resiste a intervenir en la publicidad que políticos o partidos insertan en sus páginas.
La compañía también ha anunciado que tomará medidas contra anuncios falsos o engañosos que puedan perjudicar la participación o la confianza en un proceso electoral o democrático.