Los engaños son consustanciales al ser humano. Y también a internet. Desde que a mediados de los 90 el sistema global de interconexión de redes informáticas (internet) impactase en nuestras vidas, los bulos forman parte también de nuestro día a día. Antes de la llegada de las redes sociales, el hoax (anglicismo que hace referencia a un infundio, bulo o farsa) ya era famoso. Eran imágenes trucadas que se hacían pasar por verdaderas y que se hacían virales a través de los correos electrónicos. Los ‘más viejos’ del lugar digital recordarán la foto de un tiburón que salía del mar para intentar comerse a un soldado que participaba en un rescate en alta mar. A principios del siglo XXI se lanzó este hoax, que tardó meses en ser descubierto. El correo electrónico era la principal vía hasta que llegaron las redes sociales. Por entonces, a tu dirección de mail llegaban –y llegan– falsas alarmas que tenían que ver con alertas de virus, estafas online o mensajes en cadena. Ahora las cosas han cambiado, los bulos se desarman a la misma velocidad con la que se crea el siguiente.
Crear confusión y alarma esa es la clave de estos hoaxes, de estos bulos informáticos. “Si no reenvías este mensaje, a partir de ahora tu servicio de mensajería será de cobro”, “Mark Zuckerberg está regalando su dinero en este enlace”, “envía a tu lista de contactos este mensaje para que no te eliminen tu cuenta de Facebook, WhatsApp o Hotmail”. ¿Te suenan alguna de estas frases? Todas las historias hoax que se crean están diseñadas para llamar tu atención y usarte de cebo para que caigas en una ciberestafa. Estas noticias falsas tienen unas características bastante peculiares que lo diferencian de otras formas de propagar información falsa en internet.
Los hoax comúnmente se desarrollan vía correo electrónico o a través de aplicaciones de mensajería instantánea como WhatsApp. De hecho, seguro que puedes recordar esas noticias falsas que te llegaban al correo diciendo que si no reenviabas el contenido, sufrirías algún tipo de perjuicio. El correo electrónico es su medio natural. Los expertos en la materia afirman que los hoaxes son la forma primitiva de phishing, mucho menos trabajados, imitan a marcas en las que estés suscrito, o te envían mensajes de remitentes conocidos para jugar con tu ingenuidad. Los engaños se propagan a la velocidad de un rayo, y aunque a veces no es tan fácil localizarlos, hay señales que te mantendrán con la alarma puesta. En la actualidad, a la forma primitiva de phishing hay que añadir todo tipo de variables de bulos. Y con la pandemia, aún más. Solo hay que conocer a los superdifusores del mentiras.
La primera de ellas es que el mensaje provoca curiosidad e impacto. Provocan un efecto inmediato y es normal. Si el mensaje asegura que si no haces algo que te dicen, se borrará todo lo que tienes en tu ordenador, te asustarás. Este tipo de engaños siempre conlleva una amenaza. Además, también te suelen pedir que reenvíes los mensajes a tantas personas de tu agenda como sea posible. Un hoax no nombra una fuente concreta que te pueda ayudar a sentirte seguro o que les dé credibilidad. No citan detalles acerca del autor o sobre el origen de la información que te están enviando, y aunque el mensaje que leas sea en sí mismo inofensivo, es posible que los hackers estén creando agujeros de seguridad en el sistema de tu ordenador o móvil que lo hagan inutilizable.
Al acceder a sus peticiones, puede que logren llegar a datos de tarjetas de crédito, nombres de usuarios y también a tus contraseñas a través de un malware. A menudo los datos que se obtengan se utilizan para calumniar y difamar a empresas e individuos. Por eso, como usuario, es muy importante que mantengas actualizado tu equipo y que cuando recibas este tipo de cadenas las ignores, las denuncies o las bloquees, y avises a tus contactos por si reciben un mensaje similar. No se te ocurra reenviar ningún correo. Lo más prudente es borrarlos.