Ha tenido que ser una pandemia la que nos ponga frente al espejo y nos advierta de que toquetearnos la boca, los ojos o la nariz es un hábito poco saludable porque la cara es el punto de acceso del virus a nuestro organismo. Pensamos que son otros los que tienen tics o no paran de llevarse las manos al rostro, pero si nos enseñasen una grabación de nuestras últimas 24 horas, veríamos que somos una especie que se toca… y mucho.

Investigadores de la escuela de salud pública de Nueva Gales del Sur (Australia) han comprobado, mediante un estudio con 26 estudiantes de Medicina, que nos tocamos la cara 23 veces por hora y que 4 de cada 10 toques faciales fueron directamente a una membrana mucosa (ojos, nariz y boca).

Tras la aparición del COVID-19, empresarios de Seattle (EE. UU.) han creado una pulsera inteligente que vibra cuando la persona se acerca la mano a la cara. Esta tecnología, a la que han llamado Immutouch, utiliza sensores de movimiento para reconocer cuando el usuario se lleva la mano a la cara o está a punto de hacerlo. Antes hay que calibrar el brazalete a través de una aplicación. A los dueños de la start-up norteamericana los han acusado de oportunismo –la pulsera vale 45 €– y ellos se han defendido asegurando que su empresa ya tenía en el mercado artilugios similares para evitar que la gente se muerda las uñas o se rasque demasiado la piel y que, ante la magnitud del coronavirus, decidieron adaptar la pulsera a la nueva amenaza.

Infografía Evita tocarte los ojo, nariz y boca
Infografía Evita tocarte los ojo, nariz y boca | Prodigioso Volcán

No debemos sentirnos bichos raros. Nos tocamos la cara desde el vientre materno y otros animales, como por ejemplo perros, gatos, ardillas o chimpancés, también lo hacen. Cada ser humano toca de forma espontánea su mentón, la mejilla o la boca todos los días. De hecho, tienen un nombre científico: auto toques fáciles espontáneos. Los científicos estudian la vinculación de estas conductas con el estrés, la ansiedad, la incomodidad o el manejo de las emociones. Incluso como un mecanismo para protegernos de las distracciones y mantener la atención. En época de coronavirus se pueden dar todas estas circunstancias, así que debemos buscar la manera de frenar ese deseo instintivo de llevarnos las manos al a cara. Consejos y técnicas hay mil, aunque quizá tener las manos ocupadas y reírse sean los mejores remedios. Material hay de sobra, solo hay que consultar el móvil para ver los cientos de memes y escenas graciosas originadas a raíz del COVID-19.

Importante, si hay algo que tocamos más veces que nuestra cara a lo largo del día es el teléfono móvil, otro contenedor de bacterias. Según un informe de la plataforma Dscout, los usuarios deslizan sus dedos por la pantalla o hacen clic en sus móviles 2.617 veces diarias. Si el teléfono es un acumulador de porquería –puede tener hasta 600 bacterias– y nuestros dedos luego van a la cara, lo más recomendable es que desinfectemos bien el móvil, más aún cuando parece demostrado que el coronavirus se mantiene en superficies de plástico hasta nueve días.

La limpieza es sencilla: apaga tu teléfono, coge una toallita desinfectante o un paño humedecido y frótalo suavemente unos minutos.

Infografía Permanencia del virus en superfície
Infografía Permanencia del virus en superfície | Prodigioso Volcán