Tenemos hasta un emoticono del coronavirus. El ser humano necesita una representación visual de las cosas, y más aún de los enemigos. Necesitamos ponerle cara. Desde que el SARS-CoV2 llegó a nuestras vidas a principios de año, la mayoría lo imaginamos como una especie de mina submarina, de bola con pequeños tentáculos. El emoji es verde pero viendo las representaciones que se hacen en los medios de comunicación, el coronavirus se movería entre el color azul y alguna gama rosácea-rojo burdeos. Es tan minúsculo e invisible que es importante saber cómo es.
Ocurrió el pasado 11 de febrero aunque las fotos se han hecho públicas en marzo. Los microscopios electrónicos de barrido y transmisión de los laboratorios Rocky Mountain del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID, en sus siglas en inglés) de EE.UU. lograron las últimas imágenes del coronavirus, obtenidas de un paciente de EE.UU. Un investigador, Emmie de Wit proporcionó las muestras, la microscopista Elizabeth Fischer produjo las imágenes y la oficina de artes visuales de los laboratorios las coloreó digitalmente. Se pudo ver al coronavirus en toda su expresión, sus formas redondeadas como si fueran gotas, las protuberancias alrededor en forma de corona. El nuevo virus está compuesto por un núcleo de ARN (ácido ribonucleico, el material genético del virus) y una membrana de proteínas que lo envuelve. Es en las proteínas donde los científicos pueden actuar. Mediante su manipulación, podrían
conseguir anular la acción del virus.
En algunas fotografías se ve como el coronavirus, una vez dentro de la célula humana, replica su material genético. El virus se reproduce para volver a infectar nuevas células. Antes de estas imágenes, las más nítidas conseguidas hasta el momento, científicos de Hong Kong publicaron imágenes ampliadas del brote de neumonía que provocó la emergencia sanitaria mundial. Los microscopios ópticos clásicos no consiguen ver bien estos virus cuasi invisibles. Se necesita alta tecnología: microscopios electrónicos de barrido y transmisión, aparatos de alta resolución que usan haces de electrones en lugar de haces de luz para obtener las imágenes. Las tincciones (aplicación de color para mejorar el contraste) se realiza para poder diferenciar bien el contenido de las imágenes.
Los primeros microscopios electrónicos se desarrollaron hace casi un siglo en Europa. Hay dos tipos, de barrido y de transmisión. En el primero, la muestra que se va a analizar se cubre con una capa fina de un metal, que servirá de superficie conductora y que será barrida con electrones para lograr una imagen en tres dimensiones. En el de transmisión, el haz de electrones se lanza contra el objeto de análisis. Una parte de los electrones rebotan contra la muestra formando una imagen aumentada de hasta un millón de veces. Estas herramientas tecnológicas se utilizan también en biología o arqueología.