Evitar la adicción al juego es un tema complejo que cuenta con cada vez más apoyo de la ciudadanía. Entre la población se ha hecho patente la necesidad de evitar determinadas conductas, y la inscripción en el registro de prohibidos no deja de crecer año tras año.

A medida que la sociedad toma consciencia, algunas prácticas lesivas se prohíben —por ejemplo, la publicidad de apuestas en algún horario— y aumentan las protestas para sacar las salas de juego de los barrios. Mientras tanto, las personas con adicciones al juego pueden registrarse en el RGIAJ.

¿Qué es el registro de autoprohibidos o RGIAJ?

El registro de autoprohibidos es un derecho de los ciudadanos para que las salas de juego online o presenciales les impidan el paso. El Registro General de Interdicciones de Acceso al Juego (RGIAJ) es el más usado.

Se trata de una herramienta preventiva que las personas pueden activar de motu propio para evitar problemas con su adicción al juego u otros comportamientos no deseados.

En teoría, una persona registrada en el RGIAJ no podrá jugar a determinados juegos online o presenciales. En la práctica, hay exenciones en las salas online (para depósitos por debajo de 150 euros no es necesario identificarse) y las salas físicas no siempre verifican el DNI/NIE de todos los que entran.

¿Cómo puede alguien apuntarse a este registro?

En España existen dos listas que impiden el acceso a juegos online o presenciales, una de ámbito estatal y otra de cada comunidad autónoma:

Registro General de Interdicciones de Acceso al Juego (RGIAJ) de la DGOJ, afecta al juego online y loterías. Se puede realizar:

  • de forma presencial, con el formulario RGIAJ,
  • por internet en la sede electrónica de la Dirección General de Ordenación del Juego (necesita certificado electrónico o CL@VE),
  • desde la app móvilDNIe autoprohibidos”.
  • Los registros específicos de cada comunidad autónoma, que bloquea el acceso presencial a aquellos juegos de azar donde la normativa autonómica determina la necesidad de comprobar la inscripción.

Aumentan los autoprohibidos en España

Cada año que pasa aumenta el número de autoprohibidos en España, según cifras de la Dirección General de Ordenación del Juego. Las cifras de registros en el RGIAJ de 2019, por ejemplo, duplican las de 2017 y hay una marcada progresión geométrica a lo largo del tiempo. Es un tema que despierta interés.

En 2021 el número de personas que solicitó que le prohibiesen jugar creció un 13 % respecto a 2020. En España ya hay 63 646 personas que han decidido alejarse del juego por distintos motivos, aunque de momento solo atañe al 0,13 % de la población y queda mucho trabajo pedagógico que hacer.

¿Por qué la gente se veta de jugar?

Existen muchos motivos por los que una persona puede optar por eliminar la posibilidad de jugar online o físicamente, aunque suele guardar relación con problemas de adicciones y la incapacidad personal de frenar el impulso del juego.

Casi todos los que se autoprohíben esta actividad son personas que han pasado por problemas relacionados con el juego, amigos o familiares de estos. Dicho esto, no es necesario haber sido víctima del juego. Cualquier persona preocupada puede cumplimentar los formularios.

La sociedad es cada vez más consciente de las adicciones conductuales derivadas del juego, y de los problemas económicos y familiares que suele seguir a estos comportamientos involuntarios. También de la agresividad de las campañas publicitarias, que han sido parcialmente reguladas, pero han encontrado vía libre online, o la creciente presencia de salas de juego.

En algunos barrios, generalmente de rentas bajas y más vulnerables, se han dado casos de casas de apuestas cada 100 metros, y cada vez hay más movimientos sociales que piden que se cumpla la regulación y se reduzca de forma considerable estos establecimientos.

La adicción a las apuestas por parte de los menores de edad en España ha sido durante los últimos años una fuente añadida de preocupación. Según el último Informe Estudes del Plan Nacional sobre Drogas, el 25,5 % de los menores de edad entre 14 a 18 años han apostado dinero en juegos de azar el último año.

El juego, tanto online como presencial, puede suponer un serio problema de adicciones conductuales, y tener graves repercusiones económicas en familias vulnerables, lo que a su vez genera conflictos laborales e impacta negativamente en otros aspectos de la vida.