“El emperador José II viajó de incógnito por Italia”. La Real Academia Española (RAE) explica con esta frase la locución adverbial que se usa para significar que una persona digna quiere pasar por desconocida evitando el trato ceremonial que se le suele dispensar. El ir de incógnito está a la orden del día. Unos se ponen gorra beisbolera y gafas de sol para no ser reconocidos, otros cambian sus rutas habituales, se tiñen el pelo o se calzan una peluca. Y en estos días de pandemia y desconfinamiento, casi da igual. Con la mascarilla (obligatoria) es más sencillo ‘desaparecer’. Pero siempre hay algo que nos delata, el color de los ojos, el tipo de peinado, el timbre de la voz. Un pequeño detalle y ¡zas!, te han pillado.
No hemos venido a hablar de mascarillas. Ahora toca navegar en modo incógnito por el ciberespacio. Vas a regalarle algo especial a tu pareja y no quieres que, de repente, en el portátil que compartes aparezca la búsqueda, tiras de modo incógnito. Te ha dado por ver porno y es mejor que tus padres sigan pensando bien de ti, modo incógnito. Estás buscando un vuelo y cada vez que te metes en la web, el precio ha subido, te vas al modo incógnito pensando que el buscador no reconoce tu IP… Vale, todo claro pero no querer dejar rastro de lo que haces en internet no te hace invisible y anónimo por mucho que pongamos la pantalla con fondo negro.
La semana pasada se supo que Google se enfrenta a una demanda colectiva de 5.000 millones de dólares (más de 4.400 millones de euros) por recopilar datos de los usuarios que utilizan el modo incógnito. Según los denunciantes, la multinacional tecnológica utiliza herramientas de seguimiento y rastreo para lograr datos encubiertos y no autorizados y conocer así el historial de navegación. La respuesta de Google no se hizo esperar y se basó en el mensaje inicial que aparece en pantalla cuando lo usuarios de Chrome activan el modo incógnito. “Ahora puedes navegar de forma privada (…) Chrome no almacenará la siguiente información: historial de navegación, cookies o datos de los sitios web, ni tampoco información introducida en formularios. Es posible que tu actividad todavía sea visible para los sitios web que visites, tu empresa o centro educativo o tu proveedor de servicios de internet”. Es decir, el navegador indica claramente que ir de incógnito también deja huella.
Como explicaba la publicación Business Insider, al abrir la ventana de Chrome en modo incógnito, el programa no guarda tu historial de búsquedas, pero los datos analíticos recogidos por el buscador si se comparten con la web que visitas a través de Google Analytics y Google Ad Manager.
No podemos intuir cómo acabará el pleito, lo que está claro es que navegar en modo incógnito “te permite ese anonimato de puertas para dentro de tu casa pero no de puertas para fuera. Google y las páginas web a las que accedes siguen sabiendo que entrás ahí”, explicó a Levanta la cabeza la abogada digital experta en privacidad Maite Sanz de Galeano.