En 2018, la idea de que el Partido de los Trabajadores (PT) entregaría en las guarderías biberones con tetinas en forma de pene se difundió a lo largo y ancho de Brasil. Cuatro años después, Jair Bolsonaro insinuaba que, de ganar Lula da Silva las elecciones, el candidato –y actual presidente– perseguiría a líderes religiosos y cerraría iglesias.

Estas son algunas de las fake news más sonadas de las campañas electorales brasileñas de los últimos tiempos. Para Natália Leal, CEO de la Agencia Lupa, el primer sitio web de verificación de hechos de Brasil, el caso más significativo es el de la urna electrónica. “Es un sistema muy distinto a todos. Está en Brasil y en otros dos o tres países más, que son democracias muy complejas”, afirma. Bolsonaro cuestionó la fiabilidad de este tipo de votación alegando que no se podían comprobar los resultados.

La experta en fake news cataloga la acusación del expresidente de Brasil de “teoría conspiratoria”, aunque el bulo caló en parte del electorado. Así, “la campaña de descrédito” que se inició en 2018 se convirtió en “una erosión democrática muy fuerte en 2022”, explica Natália, y ha desembocado en “una falta de confianza en el sistema electoral y en las instituciones responsables de la elección”.

Algo similar ocurrió en Estados Unidos en las elecciones de 2020. Ante un Trump derrotado, la máquina de la desinformación se puso en marcha. Seguidores acérrimos y Trumpistas convencidos se hicieron eco de informaciones falsas que llevaron a millones de votantes a dudar sobre los resultados electorales y la victoria de Joe Biden. De hecho, un 70% de los republicanos creía que las elecciones no fueron “libres y justas”, de acuerdo con una encuesta de Político y Morning Consult.

Entre los escépticos por aquel entonces, la mayoría creía las mentiras más populares compartidas por el expresidente: que el voto por correo, derivado de la crisis de la covid-19, conducía al fraude y que las papeletas se manipularon. La situación escaló de tal forma que medios afines al partido republicano como Fox News o NewsMax también funcionaron como vía directa en la difusión de noticias falsas en prime time. El resultado: ahora Fox News pagará a la empresa de software Dominion para evitar el juicio por difamación al que se iba a enfrentar tras afirmar que hubo fraude en las elecciones de 2020 y compartir así los bulos de Trump.

La desinformación en Brasil, ¿determinante en las elecciones?

En ambas citas presidenciales brasileñas, la desinformación se ha convertido en la clara protagonista de los encuentros. Así, los mítines políticos, los canales digitales e incluso el boca-oreja se han inundado de mentiras avivadas por políticos, reaccionarios y ejércitos de bots. Pero, ¿hasta qué punto afectan las noticias falsas a los resultados electorales?

“La desinformación tiene una influencia muy grande y en combinación con otros factores sí puede cambiar los resultados electorales”, explica Natália Leal. La periodista cuenta que la ciudadanía brasileña no estaba preparada para lo que iba a vivir en 2018. “En aquel momento, Bolsonaro y otros políticos de derechas ya estaban haciendo una campaña muy fuerte en redes sociales y aplicaciones de mensajería y ahí usaban contenidos con un fuerte aspecto emocional. Algo como ‘te van a quitar la casa’, ‘van a destruir a tu familia’. Hablaban de los derechos reproductivos de las mujeres o el matrimonio entre personas del mismo sexo”, rememora la especialista en desinformación.

De acuerdo con Natália, este tipo de afirmaciones “era una parte muy grande de lo que veíamos como información en 2018”. De esta manera, a pesar de que los periodistas en Brasil no pensaron que estos mensajes fueran capaces de movilizar al electorado de una manera tan determinante, la realidad es que lo consiguieron.

“Hasta hace poco no estábamos habituados a ver a los máximos responsables de un país publicitar la desinformación y la mentira”, afirma Manuel Pinto, doctor en ciencias de la comunicación y catedrático de la Universidad portuguesa de Minho, en una entrevista en El Observatorio contra la desinformación. A los políticos, se suman los influenciadores y figuras públicas que deciden sumar su voz en la difusión de desinformación. Lo hacen a través de redes sociales, como Facebook y YouTube, y vía grupos de mensajería. Natália Leal explica que en Brasil han implementado una estrategia en la propagación de fake news: “Están conectados a una tradición militarista”. De esta forma, quienes mayor alcance consigan en la distribución de esa desinformación, optan a alcanzar rangos como ‘teniente’ o ‘coronel’ dentro de esos mismos grupos.

La situación de las fake news en España

Frente al poder de las fake news en las recientes elecciones brasileñas o estadounidenses, la población es cada vez más consciente de la cantidad de bulos que corren por la web. En España, las noticias falsas se distribuyeron rápidamente con la crisis del coronavirus y amenazan con tener presencia en las elecciones autonómicas y municipales que se celebrarán este mayo de 2023.

Según datos del I Estudio sobre la desinformación en España, conducido por UTECA y la Universidad de Navarra, el 91% cree que la desinformación es un peligro para la democracia y para la estabilidad de un país y más del 70% reconoce haberse creído un mensaje o vídeo que resultó ser falso. Además, de acuerdo con el Eurobarómetro correspondiente al invierno de 2022 y 2023, el 78% de los españoles coincide en encontrar a menudo noticias que creen que distorsionan la realidad o incluso consideran falsas, y solo la mitad de los ciudadanos (55%) asegura que les es fácil detectar las noticias falsas.

Ante unos datos poco halagüeños, ¿qué puede hacer la población española para discernir entre la información verdadera y aquella que no lo es?

Recomendaciones para hacer frente a la desinformación

En un momento en el que cualquier información es susceptible de ser manipulada o falsa y con las elecciones españolas a la vuelta de la esquina, la clave, según Natália Leal, está en mantener una actitud crítica. La periodista comparte una serie de pasos para poder lograrlo: el primero, “no compartas todo. Por más que te parezca que es cierto, puede que no lo sea”, apunta la experta. Por eso, sugiere comprobar la información antes de compartirla.

El segundo paso se basa en prestar atención a nuestras emociones, “porque la información siempre te va a mover emocionalmente”, cuenta. La periodista recomienda dar un paso atrás si vemos algo que está muy conectado con lo que pensamos o con nuestra visión del mundo o si parece demasiado bueno para ser cierto.

La tercera sugerencia pasa por hacer una clara distinción entre el consumo de información y opinión. “Si quieres una opinión, recurres a un influenciador; pero si quieres información, vas al periodismo tradicional”, recalca la periodista.