Existen los píxeles muertos o defectuosos, esos que perviven en un monitor y que no responden como deberían en una pantalla LCD; los hay que se atascan de vez en cuando, e incluso los hay calientes o blancos, que son muy molestos. Y también hay píxeles espías. Cuando hablamos de píxeles nos referimos al elemento más pequeño de los que componen una imagen digital, pero al referirnos a píxeles de seguimiento, la cosa cambia. Estamos ante una estrategia de mercadotecnia cada vez más cuestionada.
Según la aplicación de gestión de correos electrónicos HEY, dos de cada tres e-mails enviados a cuentas personales por empresas, partidos políticos, redes sociales, publicaciones a las que estás suscrito, comercios electrónicos, etcétera, llevan en su interior un píxel ‘invisible’ que facilita al emisor información sobre el receptor: si se ha abierto ese correo o no, a qué hora, cuántas veces, desde qué dispositivo y la ubicación física del destinatario a partir de la IP. Estos píxeles de seguimiento, también llamadas balizas web, suelen ser una imagen, en formato GIF o PNG, incrustada en el encabezamiento, en la firma o otra parte del cuerpo del mail que no se percibe a simple vista y que al cargar el mensaje, suministra datos al remitente. ¿Para qué? Es una técnica de marketing que sobre todo te avisa de que la persona ha abierto tu correo, pero que para el fundador de HEY, David Heinemeier, es una “grotesca invasión de la privacidad”. Tan grotesca que se considera ya “un mal endémico”.
Hay otras alternativas
Probablemente su utilización esté contemplada dentro de las políticas de privacidad y no sean ilegales, pero no estaría mal conocer hasta dónde llegan las técnicas de rastreo. Cada vez más expertos en privacidad aseguran que los destinatarios tendrían que ser conscientes de que los mails llevan insertados estos píxeles soplones. Estos píxeles cotillas ayudan a las empresas, por ejemplo, a valorar si una campaña comercial de correos masivos ha ido bien o no, a entender qué temas son más interesantes para su audiencia. Sería como el doble check de WhatsApp, que dependiendo del color informa de si un mensaje ha llegado correctamente o ha sido leído. A veces este simple control ya nos parece una invasión de nuestra privacidad. En el caso de los píxeles espías, el usuario no tiene ni idea de que al cargar el mail ya está avisando al emisor de que lo ha abierto y en qué momento lo ha hecho. En la mayoría de los navegadores y aplicaciones de mensajería se pueden activar o bloquear esas ‘imágenes externas’.
De todas formas, si no quieres preocuparte por estos micro espías, existen apps de mensajería electrónica que no permiten este tipo de rastreo. Estas serían de las más utilizadas:
Tutanota. Software de correo electrónico de código abierto y libre que ofrece correo web encriptado. Desarrollado en Alemania es una de las plataformas respetuosas con la confidencialidad que quiere hacer sombra a Google. En su web alardea de que su servicio de correo electrónico utiliza fuentes de energía renovable para el funcionamiento de sus sistemas de correo.
ProtonMail. Con sede en Suiza, sus ingenieros y desarrolladores dicen actuar para proteger las libertades civiles online. “Correo electrónico seguro, fácil de usar, con cifrado de extremo a extremo incoporado y con características de seguridad de última generación”, aseguran sus responsables.
HEY. Servicio de correo electrónico premium lanzado por Basecamp en 2020. “El e-mail fue una mierda durante años. Ya no, lo arreglamos”, es el leit-movit que aparece en su web. HEY bloquea todo tipo de rastreadores espías para que el usuario tenga el control y los remitentes no puedan capturar datos personales y privados. El servicio es de pago porque “no vendemos anuncios, datos ni información privada”, aseguran.
Posteo. También con sede en Alemania, este proveedor de correo electrónico independiente ofrece un servicio “completamente libre de publicidad” con mayor seguridad, privacidad y sostenibilidad.
Runbox. La alternativa noruega a los servicios de mail no es gratuita es quizá una de los servicios más sostenibles ya que obtiene toda su energía de hidroeléctricas renovables. La privacidad y seguridad del usuario es la “piedra angular” de sus operaciones y en su web informan de las normas estrictas de privacidad.