Los datos son el resultado de un ejercicio práctico puesto en marcha por el Centro de Excelencia de Comunicaciones Estratégicas de la OTAN.

El organismo ha difundido un informe en el que estudia cómo la manipulación a través de las redes sociales se ha convertido en una parte fundamental de las campañas de intoxicación que los estados y otros agentes emprenden contra la Alianza Atlántica y sus miembros.

A través de esta investigación, el organismo fue capaz de identificar 18.739 cuentas usadas para manipular las redes sociales objeto del estudio: Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.

El estudio pone además en entredicho la capacidad de las compañías que gestionan las redes para detectar contenido falso. Los responsables del análisis aseguran que, un mes después de que el Centro de Excelencia comprara ese contenido, cuatro de cada cinco expresiones de apoyo falsas seguían online y el 95% de las cuentas denunciadas permanecían activas.

Este afecto comprado fue identificado en 721 páginas de contenido político y 52 pertenecientes a gobiernos, entre las que se encuentran las cuentas oficiales de dos presidentes e incluso la página de un grupo político europeo. Sin embargo, aunque la organización ha identificado casos de manipulación política en el estudio, el 90% de los compromisos comprados tenían fines comerciales.

Atendiendo a los resultados de este estudio y tras varios años de trabajo en esta línea, el Centro de Excelencia de Comunicaciones Estratégicas de la OTAN concluye que la autorregulación no está surtiendo efecto para cortar las alas de la manipulación, que sigue creciendo y cada vez es más barata.

En esta línea, el organismo regular el mercado, incrementar la transparencia de las redes sociales, establecer sistemas de vigilancia independientes y establecer nuevas medidas que garanticen el control de este tipo de comportamientos.