Cada uno posee su propia huella dactilar, es única y permite identificarnos con respecto al resto de seres humanos. En internet también dejamos un rastro. Todo lo que publicamos en redes sociales bajo nuestro nombre y apellidos, así como aquello que hagamos en el mundo real y pueda relacionarse con nuestra persona, aparece en Internet.

Para encontrar todos estos datos tan solo es necesario practicar el “egosurfing”, que viene a ser lo mismo que teclear nuestro nombre y apellidos en nuestro buscador de referencia o a través de las ‘Alertas’ para averiguar la información que hay sobre nosotros en la red.

A priori puede parecer un ejercicio vanidoso, pero lo cierto es que puede ayudarnos a saber cuánto sabe Internet de nosotros. Para que la búsqueda sea más fructífera, el nombre y el primer apellido deben ir “entre comillas”, y no solo se debe comprobar el apartado de resultados, sino profundizar también en las secciones de imágenes y vídeos.

Una búsqueda en Internet revela más datos sobre nosotros mismos que los que quizás llegamos a recordar. Sí, también sale ese ese premio de poesía que ganaste en segundo de la ESO -o de EGB, dependiendo de quién nos lea-; la lista de admitidos en tu carrera de la universidad, y por supuesto los perfiles personales de tus redes sociales.

Al fin y al cabo, es el espejo que refleja nuestra imagen digital y del que depende nuestra reputación en Internet.

Esta información puede ser muy valiosa para, por ejemplo, los reclutadores de Recursos Humanos a la hora de seleccionarte o no para un trabajo; y peligrosa si cayese en malas manos. Podría otorgarles gran cantidad de información sobre tus gustos, tu ideología; y, en algunos casos, incluso datos confidenciales como tu número de DNI, la matrícula de tu coche, o el teléfono y la dirección de tu casa.

Aunque, desde la Oficina de Seguridad del Internauta (OSI) explican que el egosurfing también tiene sus ventajas, ya que conocer cómo de extensa es nuestra huella digital nos permite proteger y mejorar nuestra identidad y privacidad en Internet. Además, recomiendan repetir la práctica con frecuencia, para comprobar si hay nuevos resultados.

Si tú eres la fuente de toda esa información tienes el control sobre ella. Puedes cambiar las opciones de privacidad de tus cuentas en redes sociales, o eliminar aquellos posts que no quieras que continúen publicados.

Si la información proviene de amigos cercanos, puedes borrar las etiquetas en otras publicaciones o gestionar quién puede mencionarte en sus perfiles. Si es información que han publicado terceros, el titular puede controlar sus datos personales.

El Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) permite desde mayo de 2014 que cualquier persona pueda solicitar “que los enlaces a sus datos personales no figuren en los resultados de una búsqueda” ejerciendo sus Derechos ‘ARCO’ (Acceso, Rectificación, Cancelación, Oposición), recogidos en el Reglamento General de Protección de Datos y en la Ley Orgánica de Protección de Datos y Garantía de Derechos Digitales (LOPDGDD).

De Acceso: El afectado puede obtener información sobre el tratamiento de sus datos y la finalidad de su utilización.

De Rectificación: La persona tiene derecho a modificar los datos que sean inexactos, incompletos o falsos. Para ello se debe indicar a qué datos se hace referencia y la corrección que corresponda, justificada con la documentación pertinente.

De Cancelación: El individuo puede exigir la cancelación de sus datos, con una justificación documentada. Tiene relación con el Derecho al Olvido.

De Oposición: El afectado puede pedir que no se lleve a cabo el tratamiento de sus datos.