Las grandes empresas tecnológicas están pensando ya en el día después del confinamiento planetario. En unas cuantas semanas, y dependiendo de cada país, las medidas escalonadas de vuelta a la nueva realidad social van a suponer un reto para saber si somos capaces de controlar los nuevos contagios. La semana pasada, dos empresas globales tan importantes como Google y Apple anunciaron una alianza que hasta ahora parecía imposible para rastrear la inmensa mayoría de teléfonos inteligenes del mundo y así poder detectar y controlar focos de expansión del COVID-19.

Por lo que se conoce hasta el momento, el papel de los Gobiernos es fundamental. A la espera de una aplicación universal, cada país podrá enviar su app de control de la pandemia directamente al sistema operativo de cada teléfono. Google y Apple han creado un conjunto de herramientas que permite que las aplicaciones COVID-19 de Android e iOS se puedan comunicar entre sí.

Así no habrá que descargar nada, con la simple actualización del sistema operativo de los teléfonos iOS y Android aparecerá una app sobre el coronavirus, herramienta que tendrá el mismo protocolo en todo el mundo. Casi el 100 % de los teléfonos inteligentes tiene un sistema operativo controlado por Google y Apple. Se calcula que para junio podía estar listo el sistema de detección.

¿Estaremos todos geolocalizados y controlados? Una de las ventajas del protocolo de Google y Apple es que no se necesita la geolocalización. Será a través de Bluetooth. Cuando hagamos ‘vida normal’, volveremos a ocupar espacios públicos con más personas y nuestros móviles intercambiarán unos códigos. Imagina que has estado hablando con otra persona durante 10 minutos en una calle. Vuestros teléfonos compartirán unos códigos. Días más tarde, uno de los dos da positivo a COVID-19, la información se reporta a la aplicación y, con el consentimiento del infectado, se envía una clave anónima a una base de datos. La otra persona descarga la información, verifica los códigos y recibe una alerta de que estuvo en contacto con un positivo de coronavirus. En ese momento, por ejemplo, se podrá decretar la cuarentena por parte de las autoridades sanitarias del país en cuestión. El intercambio de información será encriptado y anonimizado. Por resumir, si estoy infectado puedo avisar a las personas con las que he estado en contacto en los últimos días.

En países como Israel, Corea del Sur, Polonia o Singapur se han empezado a utilizar los móviles como alertas de contagio, pero la eficacia dependerá del número de personas con la aplicación incorporada en su smartphone. Está fórmula para detectar y alertar de contagios pone de nuevo sobre la mesa los problemas de privacidad. Google insiste en que se mantendrán los requisitos habituales de privacidad pero por el momento esta cuestión depende de la confianza que tengamos en estas dos grandes multinacionales tecnológicas. Una de las dudas relacionadas con la intimidad es si la alerta de contagio se producirá solo en el móvil de cada usuario y así cada uno podrá actuar en consecuencia, o si por el contrario la autoridad gubernamental de cada país o de cada área geográfica controlará esos contactos.

Google y Apple aseguran que las identidades se mantendrán anónimas, que no crearán bases de datos de quién tiene coronavirus y con quién han estado en contacto. La información se guardará encriptada, anónima y de forma temporal. La otra pregunta es si tendremos la posibilidad de desactivar el Bluetooth. No falta mucho para comprobarlo.