El juice-jacking puede ocurrir cuando conectamos nuestros dispositivos móviles a través de puertos USB ubicados en lugares públicos o utilizamos directamente los cables de recarga de batería que se colocan a disposición de cualquiera.
Esos lugares expuestos al uso de todo el mundo son espacios muy codiciados para los ciberataques. Tanto los puertos como los cables pueden permitir a los ciberdelincuentes instalar programas maliciosos que controlen nuestros dispositivos o copiar datos sensibles, como contraseñas o información personal.
¿Por qué ocurre eso? Porque los USB son mucho más que puertos de recarga de batería y están pensados también para la transferencia de datos.
Hay algunas medidas que podemos adoptar para evitar exponer nuestros dispositivos al juice-jacking:
1.-Lo más obvio: evitar los lugares públicos de recarga de batería a través de puertos USB.
2.-Si no nos queda más remedio, confirmar que los dispositivos tienen activada sólo la opción de recarga (sin la transferencia de datos).
Es la que viene por defecto en los Android; los IOS también permiten personalizar este aspecto
3.-Hay alternativas a este tipo de recarga: baterías externas o estaciones wi-fi.
El mercado cuenta con protectores de USB que permiten la transferencia de energía pero no la de datos.
4.- Se pueden conectar al cable de carga para que la protección esté siempre activa, independientemente de la función activada en el dispositivo.