La tecnología es la protagonista de la época en la que vivimos, cambiar de móvil cada cierto tiempo es algo habitual en los ciudadanos españoles. Pero ese otro aparato que deja de servirnos se queda en un cajón olvidado, y lo más probable es que nunca se vuelva a utilizar.

Cada año se acumulan 45 millones de toneladas de chatarra, según el informe Global E-Waste Monitor 2017 de la Universidad de Naciones Unidas. Y solo el 20 % se procesa adecuadamente, a pesar del valor de estos y del peligro sobre el medio ambiente, una batería de níquel-cadmio de un móvil puede contaminar 50.000 litros de agua. "El usuario tiene que hacer un esfuerzo añadido y tiene que acercarse a un punto limpio o a la distribución" explica Jordi Julián, jefe de Proyectos ECOTIC.

Se estima que cada español guarda unos cuatro dispositivos que ya no utiliza. Ordenadores, impresoras y sobre todo móviles, debido a que tienen un componente emocional. Este fenómeno se conoce como el "síndrome de Diógenes electrónico".

Los aparatos que almacenamos como basura tienen un gran valor por los materiales que se necesitan para su fabricación, en el proceso de reciclaje se puede recuperar níquel, aluminio, litio, cobalto, cadmio o titanio. También fracciones de plástico, aluminio, cobre o zinc. Y podemos encontrar pequeñas cantidades de lo más valioso, oro, paladio o coltán.

Con cada millón de teléfonos móviles reciclados se pueden recuperar 16 toneladas de cobre, 350 kilos de plata, 34 kilos de oro y 15 de paladio, según Ecolec. Además, en su web podemos encontrar un mapa de dónde reciclar los aparatos electrónicos.

El Ministerio de Transición Ecológica apunta que estos materiales "no deben ni pueden perderse, y que tienen que recuperarse en la última etapa de la vida, cuando se transforme en residuo a través del reciclado o su valorización de manera que son recursos puedan ser conservados para futuras generaciones".