Toneladas de electrodomésticos, ordenadores, televisores y móviles no se reciclan y acaban en vertederos de países menos desarrollados en los que miles de personas recuperan el cobre y el aluminio para volver a ponerlo en circulación en Europa o EEUU.

El 80% de la basura tecnológica que genera el primer mundo termina en África. La consecuencia es la gran paradoja mundial: las personas de los países africanos, que carecen de tecnología pero viven en vertederos digitales, son las que tienen mayor contaminación en sangre por residuos tóxicos. Así lo han demostrado investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) en un estudio conjunto con el Hospital Insular.

España es el quinto país europeo que produce más basura electrónica. Mundialmente se generan 50 millones de toneladas al año y esta situación parece imparable.

¿Por qué no se reutilizan?

Los que no reutilizamos es porque generalmente están inservibles. Y ahí es cuando se comete la primera infracción estatal: su traslado a vertederos electrónicos. El Convenio de Basilea tiene un protocolo sobre “el control de los movimientos transfronterizos de los deshechos peligrosos y su eliminación” que España ha ratificado, pero que el informe de Global E-Waste Monitor 2017 de la Universidad de las Naciones Unidas recoge que no se cumple.

Los organismos internacionales apuestan por un deshecho de los dispositivos digitales responsable, ya que nos jugamos la sostenibilidad del planeta.