La DGT acaba de hacer públicas cifras en las que se constata un aumento de los fallecidos de un 22%, que es preocupante porque la comparación es con el año anterior. Es decir no es un aumento lógico y previsible, sino que representa un repunte de la siniestralidad y sobre todo de la letalidad al margen de la especial situación sanitaria actual.

Parece que se ha detectado un incremento de la velocidad de los conductores que lógicamente es compatible con el aumento de la letalidad en los accidentes. Hemos perdidos la costumbre de conducir, lo que tiene como consecuencia que hemos perdido también determinados automatismos que llevábamos a cabo en el periodo previo al confinamiento.

Además, como apuntamos en este mismo blog también hemos perdido destrezas derivadas de la falta de práctica en la conducción. Si a todo eso le añadimos que también tendemos a circular más deprisa pues ya tenemos todos los ingredientes para entender el porqué de lo que está ocurriendo.

Como ya hemos dicho en otras ocasiones, nuestra formación como conductores deja bastante que desear y a los factores citados hemos de añadir la ausencia casi total de percepción de riesgo que tenemos al volante. Los datos de movilidad indican que se han reducido el número de desplazamientos entre un 7 y un 22%.

Esta cifra lejos de ser un factor de riesgo debería serlo de seguridad, ya que a menor tráfico, menores serán también las situaciones de riesgo que nos plantee la circulación. La menor densidad de tráfico ya nos permite acortar el tiempo empleado en nuestros desplazamientos, no necesitamos ir más deprisa para llegar a destino aun antes, sobre todo si somos conscientes que no estamos en nuestro mejor momento como conductores.

Pero hay otra cuestión y es que la menor exigencia derivada del tráfico más fluido nos lleva a hacer un mayor uso indebido del móvil al volante que es la principal causa de accidente. Retomemos poco a poco nuestras destrezas, mantengamos las buenas prácticas en lo que se refiere a atención y al cumplimiento de las normas de tráfico y podremos retomar la senda positiva que teníamos antes de la pandemia.

Quiero llamar la atención especialmente sobre el concepto de velocidad y de los matices que requieren los datos. Se ha detectado un incremento del 30% en los excesos de velocidad, pero quiero recordar que el mayor número de accidentes cuya causa es la velocidad se deben a velocidad inadecuada, lo que no siempre comporta una infracción.

Digo esto porque muchos conductores pueden tomar la decisión de mantenerse por debajo de los límites establecidos con el convencimiento de que ello va a garantizarles una total seguridad, lo cual es una excelente política. Sin embargo, ello no servirá de nada si esa confianza les lleva a prestar una menor atención a la carretera y a tragarse una curva o a impactar con el coche que les precede porque se ha detenido.

La concentración, la máxima atención constante, la no utilización del móvil y la ausencia de alcohol y drogas al volante son los factores que verdaderamente nos van a permitir ir más seguros y volver a "doblar la curva" de los accidentes tráfico hacia el sentido adecuado.