Las turborrotondas tienen un diseño sencillo y eficaz. La única diferencia con las rotondas tradicionales está en la delimitación de carriles en cada salida, que evita que los conductores usen libremente los carriles como sucede en las glorietas de toda la vida. Las nuevas obligan a escoger el carril por el que se va a salir antes de entrar, lo que evita los cambios de carril en el interior.
Si un conductor se equivoca de carril tendrá que abandonar la turborrotonda y volver a incorporarse por el carril correcto.
La primera turborrotonda se instaló en España en el año 2009 en la localidad asturiana de Grado. Tras los buenos resultados se ha expandido su instalación por otras ciudades españolas. A día de hoy son varios los ayuntamientos, repartidos por toda la geografía española, que ya se plantean el uso de estas turborrotondas.