El encarecimiento de los alimentos es uno de los puntos más preocupantes sobre el que afecta el cambio climático en relación con la desigualdad social: con un índice de sequías o de inundaciones más elevado, la cantidad de cosechas perdidas aumenta de forma exponencial. Esto se traduce en una subida de los precios y, por tanto, en que miles de personas tendrán todavía más dificultades para poder alimentarse de forma adecuada.

Si queremos evitar esta situación, es vital que se impulsen políticas agrarias sostenibles, adaptadas a la climatología de cada zona y, sobre todo, económicamente responsables para garantizar los derechos esenciales de los productores y productoras de estos países.