Ecólogos del Programa de zona Costera del Departamento de Recurso Naturales y Ambientales (DRNA) han reclamado la defensa de los arrecifes de coral que rodean la isla de Puerto Rico.

Estos ecosistemas funcionan como amortiguadores de oleajes ante temporales como huracanes o el aumento del nivel del mar. Además poseen una riqueza ecológica muy apreciada por el turismo.

Ya en 2007, el DRNA estimó que el valor de los arrecifes de coral del noreste de Puerto Rico era de cerca de 1.800 millones de dólares, por ello, su restauración ecológica juega un rol cada vez más relevante para la recuperación de la pesca, la rehabilitación de la biodiversidad y de los paisajes submarinos y como barrera natural de protección de la costa.

La degradación del coral es grave en algunas partes de la isla, en concreto los que están más cercanos a las costas, por las corrientes de aguas fecales o en mal estado que se vierten en esas zonas, también por el mal uso de los terrenos, la sedimentación, la sobrepesca, las cargas de nutrientes y el aumento de la temperatura en la altura del mar. Entre los efectos están la muerte del coral y la propagación de aguas turbias, lo que perjudica a los arrecifes, que necesitan claridad para su supervivencia.

En la década de los noventa fue cuando se aceleró la pérdida de corales vivos, debido también a la sobrepesca, que les afectó en gran medida. Sin embargo, en Puerto Rico no se han descubierto o investigado los arrecifes más profundos, entre los 30 y 100 metros de profundidad, que contienen cantidades de coral y se encuentran en excelentes condiciones, según los expertos.

Se prevé que se instalen unos sensores en las zonas de estudio para medir el impacto de las olas e investigar cuales son las condiciones en las que están los organismos, analizar la estructura del arrecife y predecir cuál es la capacidad de dicha estructura como amortiguador de las olas.