Los efectos del calentamiento global ya suponen el deshielo de una gran extensión del permafrost del Ártico. Como informan los resultados de una investigación liderada por científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), esta pérdida cada vez mayor de la capa permanente de hielo del Ártico se traduce en un aumento del carbono atmosférico.

Al mismo tiempo, esta situación se ve incrementada por la absorción de radiación solar a través de la superficie terrestre. De esta forma, los expertos del CSIC anticipan un incremento considerable, mayor a 70.000 millones de dólares, de los costes que conllevarán luchar contra la crisis climática a largo plazo.

Para esta investigación, sus autores exploraron simulaciones de modelos físicos que medían tanto el carbono que regresa a la atmósfera por el derretimiento de la capa helada permanente del Ártico, como la energía solar absorbida mientras se produce el deshielo. Como resultado de estos análisis se ha observado que cualquier escenario futuro posible conllevará un aumento notable en los gastos derivados de la emergencia climática.

De la misma forma, los expertos consideran irreversible el deshielo de gran parte de los glaciares del planeta por los efectos del cambio climático. En este caso, se ha estudiado el impacto climático sobre los glaciares suizos. Una investigación que concluye que ni siquiera al revertir estos efectos, mediante la reducción de las emisiones de dióxido de carbono globales, se conseguiría evitar que el número de glaciares que alberga este país se redujese de 1.400 a menos de un centenar antes del final de siglo.

El 24 de septiembre el Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático de la ONU (IPCC) presentará su nuevo informe acerca del impacto climático sobre los océanos y las capas de hielo del planeta. Este, que será el tercer análisis presentado por el grupo de investigación de Naciones Unidas, pondrá también parte de su peso en el estado de los glaciares del globo, con previsiones que destacan que antes del año 2100 habrán desaparecido, al menos, 21 de los 46 glaciares de la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO.