La cumbre del clima de la ONU clausurada el domingo en Egipto ha significado una "victoria" para los países en desarrollo tras la aprobación del primer fondo destinado a costear los impactos del cambio climático, pero también una "decepción" para los países que reprocharon falta de ambición.

Unos 200 países han firmado un acuerdo dando respuesta a la petición de los países más vulnerables ante los efectos de la crisis climática: la creación de un fondo bajo la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático que les ayude a asumir el coste económico de las consecuencias del calentamiento global, fenómeno al que apenas han contribuido.

A falta de conocer los detalles sobre cómo funcionará, y quién deberá aportar dinero o cuándo exactamente estará totalmente operativo, la COP27 acordó componer un Comité de Transición que tendrá que tomar decisiones sobre el nuevo fondo para finales de 2023. El comité lo compondrán 24 miembros que deberán ser nominados en diciembre de 2022.

Sin restarle importancia a este acuerdo histórico de la COP27, lo cierto es que los objetivos de la cumbre que se centraban en desarrollar planes de mitigación del cambio climático más ambiciosos, en la adaptación y en la financiación han quedado en un segundo plano, según han estimado desde la Unión Europea.

Las claves del fondo de pérdidas y daños

La aprobación llego tras dos semanas de intensas negociaciones en las que los Estados más vulnerables ante las consecuencias adversas de la crisis climática consiguieron convencer a los países desarrollados de que tienen la responsabilidad moral de costear los daños económicos que les ocasiona el calentamiento global.

Las economías más industrializadas eran reacias a crear un fondo específico de pérdidas y daños, eran más partidarias que estos daños se cubrieran recurriendo a los instrumentos financieros ya existentes bajo el paraguas de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés).

Finalmente, tras la insistencia de los países en desarrollo, especialmente los estados insulares, en reclamar un fondo nuevo, la UE cedió para desatascar el diálogo y presentó su propia propuesta de fondo.

La propuesta de la UE formaba parte de una “solución mosaico” que planteaba asumir las reparaciones climáticas, aunque también incluía otros arreglos financieros y "enfoques innovadores" para encontrar nuevas fuentes de financiación y facilitar el acceso a las ayudas.

Llegados a este punto, la discusión radicaba en quiénes podrían beneficiarse del apoyo económico y quiénes debían contribuir. Es decir qué países se consideraban desarrollados y cuáles en desarrollo.

China y los países del G77 se basaron en una clasificación de estados de 1992, de forma que todos los considerados “en desarrollo” pudieran acceder a la ayuda. Clasificación según la cual en el Anexo I de UNFCCC se incluyía China, Catar, Arabia Saudí o Kuwait.

La UE y EE.UU presionaron para abrir que ampliar los donantes al fondo para que se incluyera también a China y otros estados con capacidad financiera, así como al sector privado.

Finalmente el texto fue matizándose hasta lograr limitar el acceso al fondo a países en desarrollo “particularmente vulnerables” a las consecuencias de la crisis climática, eliminando la referencia a la clasificación de 1992.

El texto acordado continúa sin especificar a quién se va a exigir aportar dinero al fondo.

Reacciones tras la aprobación del fondo

"Al principio de estas conversaciones, las pérdidas y los daños ni siquiera figuraban en el orden del día y ahora estamos haciendo historia", recalcó el director de PowerShift Africa, Mohamed Adow, para quien la aprobación del fondo "demuestra que este proceso de la ONU puede lograr resultados, y que el mundo puede reconocer que la situación de los vulnerables no debe ser tratada como un fútbol político".

Muchas de las organizaciones ecologistas presentes en la COP27 celebraron el éxito del nuevo fondo pero lamentaron la falta de ambición por parte de algunos países.

Para esos estados más rezagados en acción climática, "los riesgos de litigio aumentarán, con más demandas no sólo contra los gobiernos y las empresas de combustibles fósiles, sino también contra la alimentación y la agricultura, el transporte, los plásticos y las finanzas", advirtieron desde Client Earth.

En la noche del sábado se mantenía la tensión en las negociaciones y las expectativas de acuerdo no eran altas, no había una propuesta de mitigación lo bastante firme como para contentar a las partes que demandaban más acción climática. Finalmente, el fondo de pérdidas y daños se aprobó en la sesión plenaria.

Los estados insulares estuvieron muy involucrados en el diálogo para que los países desarrollados y mayores causantes de la crisis climática pagaran por los fenómenos extremos que sufre sobre todo el Sur Global.

El enviado de la primera ministra de Barbados, Avinash Persaud, que calificó el fondo como "una victoria para la humanidad", valoró el "sorprendente grado de solidaridad mostrado por el resto del mundo, desde los principales países en desarrollo industrializados hasta los desarrollados" y el "fuerte liderazgo de la alianza de pequeños estados insulares".

Desencanto en la Unión Europea

El acuerdo final de la COP27 no dejó satisfecha a la Unión Europea. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, declaró que lo acordado por la COP27 "marca un pequeño paso hacia la justicia climática", pero advirtió de que "se necesita mucho más para el planeta" porque no se ha cumplido con el compromiso de los principales emisores del mundo de reducir gradualmente los combustibles fósiles, ni con los nuevos compromisos sobre la mitigación climática.

La Unión Europea abogaba por la adopción "lenguaje fuerte" en el documento relativo a la mitigación, con una petición expresa a los países de abandono del uso de combustibles fósiles progresivamente, y no sólo del carbón, como plasma la declaración, denominada "Plan de Implementación de Sharm el Sheij".

También, el secretario general de la ONU, António Guterres, incidió en que hay una "línea roja" que no se debe cruzar, haciendo referencia a que el calentamiento del planeta no debe sobrepasar el objetivo de los 1,5 grados a finales de este siglo, para lo que advirtió es necesario "invertir masivamente en energías renovables" y acabar con la "adicción a los combustibles fósiles".