El tema principal que se discutirá este lunes en la Cumbre del Clima COP26 de Glasgow (Reino Unido) será la necesidad de adaptación de los diferentes Estados a las consecuencias del cambio climático durante los próximos años.

En este sentido, a pesar de que se lograra el objetivo de mantener la temperatura de la tierra por debajo de los 1,5 grados con respecto a los niveles preindustriales, los Estados tendrán que aplicar diversas estrategias para minimizar los daños de la crisis climática.

Los principales problemas a los que se enfrentarán son la alteración de las temperaturas y de los ciclos de lluvias habituales, así como el incremento en la frecuencia de los desastres naturales.

Por ello, la no adaptación de las ciudades al cambio climático puede suponer un coste de hasta 300.000 millones de dólares anuales (unos 260.000 millones de euros).

Además, entre 1980 y 2019, estos fenómenos extremos provocaron una pérdida de 446.000 millones de euros a los 32 países de la Agencia Europea del Medio Ambiente; por su parte, en el caso de España, la cifra se situó por encima de los 45.000 millones.

Entre las iniciativas españolas para anticiparse a la emergencia climática y tratar de limitar los daños, destaca el proyecto Life Watercool, destinado a implantar soluciones naturales para hacer más habitables las calles.

Para ello, se piensa en el uso de ‘prótesis naturales’ como árboles naturales y artificiales, fuentes y bancos ‘bioclimáticos’, para aliviar el efecto ‘isla de calor’ y refrescar varios puntos piloto seleccionados en la capital andaluza: una marquesina, un colegio y una plaza.

Otro proyecto español es WetLands4Climate, dedicado a enfatizar el valor de los humedales como sumideros de carbono. La iniciativa analizará, durante cuatro años, el balance de carbono en diez humedales repartidos por la Comunidad Valenciana, Castilla y León y Castilla-La Mancha.

Ambos proyectos están impulsados en España por la Comisión Europea a través del programa LIFE.

Sin embargo, un estudio reciente de la revista Nature Communications denuncia que las medidas de adaptación que se han tomado hasta ahora en todo el mundo no alcanzan su objetivo de limitar los riesgos del cambio climático.