El director del Centro de Investigaciones sobre Desertización, Patricio García-Fayos, ha explicado que la falta de lluvia incide directamente en la cubierta vegetal que al deteriorarse provoca la erosión del suelo, que pierde la permeabilidad necesaria para filtrar el agua con el que se alimenta el subsuelo.

Este ciclo perverso hace que la superficie más desnuda y expuesta no reaccione ni ante las lluvias torrenciales que esporádicamente azotan el territorio español, sobre todo en zonas insulares y de costas, asociadas a los modelos de cambio climático.

España, el más desértico de los países europeos junto con Grecia, está abocada a la sequía crónica si no se toman medidas urgentes, señaló el experto. Según García-Fayos, biólogo, botánico y especialista en ecología vegetal, el aumento de la aridez incide directamente en un aumento de los incendios forestales, uno de los agentes más degradantes del suelo.

Aunque el panorama se presenta catastrófico, reconoció, y hay puntos en España donde ya se ha alcanzado el "umbral de fragilidad", el punto de no retorno, la reforestación es la única alternativa y está prácticamente en manos de todos. Sin embargo, "casi todos podemos sembrar un árbol", subrayó el investigador.

Alicante, Murcia y algunas zonas de Teruel figuran entre las más áridas de España, aparte de Canarias, según los parámetros que determina el Centro de Investigación que encabeza, con sede en Valencia y dependiente del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Entre los datos que analizan en sus estudios, además del limitante del clima, aparecen la pérdida de vegetación silvestre, la agricultura, la salinización del suelo y la carga que soporta por pastoreo.

La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) declaró en marzo que la falta de precipitaciones situaba España en un periodo de "sequía meteorológica", con un año hidrológico (del 1 de octubre de 2011 a 1 de septiembre de 2012) un 36% por debajo de la media de precipitaciones y una irregularidad pluviométrica sin precedentes históricos.

La ONU, que promueve la celebración del Día Mundial del la Desertización, recuerda que las personas que viven en las tierras más áridas del mundo, un 40% de la superficie del planeta no cubierta por agua, son algunas de las personas más pobres y vulnerables al hambre.