En las zonas más septentrionales de Groenlandia, el hielo permanece en el suelo durante todo el año de manera que el material orgánico de las plantas muertas nunca llega a descomponerse totalmente. 

Los microbios sin descomponerse durante años han formado una gran capa que almacena grandes cantidades de carbono en el permafrost, de forma que si las temperaturas creciesen en el país derretirían las capas de hielo, los microbios se descompondrían y aumentaría el dióxido de carbono.

Para llevar a cabo esta investigación, los científicos recolectaron 21 muestras de suelo permafrost de sitios diferentes de Groenlandia y llevaron a cabo una simulación que mostró que conforme aumentaban las temperaturas globales, se producía un bucle retroalimentario en las zonas de permafrost.

El permafrost fusionado por el calor hace que los microbios descompongan el material orgánico de las plantas muertas, hecho que produce un calor adicional que acelera el proceso de fundido de permafrost. De esta forma se liberan al aire las cantidades de dióxido de carbono que las capas de microbios almacenan en el suelo permafrost, contribuyendo al efecto hivernadero.