Los últimos años de la vida del oso Arturo han estado marcados por campañas en redes sociales y en la plataforma Change.org para conseguir el traslado del animal a Canadá, donde viviría en mejores condiciones. Esta opción fue descartada por los riesgos que el viaje suponía para la salud del animal.

El gobierno local ha asegurado que "durante los últimos días, presentaba un cuadro médico terminal grave por su avanzada edad y complicaciones físicas. Entre otras, pérdida de apetito, disminución de su peso y pérdida de visión y olfato".

En 2014 se aseguró que el oso sufría depresión. Esta fue la razón por la que se desató una campaña internacional para trasladarlo a Canadá. Arturo llegó al zoo de Mendoza en 1993 con 8 años, y dos décadas después comenzaron a difundirse noticias sobre el debilitamiento de su estado de salud debido a las altas temperaturas del país, a las que esta especie no está acostumbrada.